El Independiente que le gusta a la gente: cuando juega así, todos nos ilusionamos

Muchos puntos a favor que se vieron desde el primer minuto: la personalidad y el compromiso, el equipo funciona aún sin Mancuello, el partidazo de Méndez, un goleador que la meta hasta de chiripa, Cuesta confiado y las líneas que se empiezan a mostrar más compactas para extinguir el equipo mal parado. ¿Había mejor manera de saldar la cuenta pendiente en casa?

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Así sí, Independiente. La deuda pendiente en casa se cumplió con creces: actitud y buen juego. Fútbol de nivel, que ilusiona hasta al exasperado que se prende del acrílico a insultar el tan elogiado como cuestionado trabajo de Almirón. Éste es el rendimiento que se debe apuntar en cada fecha.


Está claro que el rival juega y esta vez Independiente no sufrió tanto en parte por la impericia de Arsenal. Pero no quedan dudas que la avasallante agresividad que mostró el equipo desde el pitido inicial nos va a hacer ganar más que lo que vamos a perder. Además, si bien Mancuello estuvo al mando como siempre, quedó demostrado que hay equipo suficiente para poder prescindir de su enorme servicio cuando la próxima fecha tenga su merecido debut con la Selección (no se siente y siga la ovación de pie).


Mucho tuvo que ver con todo este conjunto de situaciones el nivel que mostró Méndez. Con excelencia a la hora de ir al frente, generó dos de los cuatro gritos de gol de Independiente. Además de participar en buena parte de las 13 jugadas de peligro que se produjeron. Fundamental en esa performance, fue el "Torito" Rodríguez. Un auténtico perro de caza; inteligente y perspicaz para nunca soltar a su presa.


Ahora bien, no podemos dejar de lado un punto fundamental en esta excelente pintura de los de Almirón: la movilidad. Principal aliada en abrir la defensa de Arsenal que, para hacer un análisis lo menos sesgado posible, no podemos obviar que es una de las más flojas del campeonato.


El final es para las otras patas de la famosa columna vertebral: el marcador central y el nueve. La confianza que exhibió Cuesta, con grito incluido, se suma a la sensación de tener un tipo arriba que a pesar de pegarle de chiripa, la pelota va a parar adentro; el arco entre ceja y ceja. ¡Hay que seguir así, viejo!