El papa Francisco anunció un Jubileo extraordinario para celebrar el Concilio Vaticano II

El Pontífice informó, con ocasión de su segundo año de papado, un Año Santo para conmemorar los cincuenta años de la clausura de la asamblea ecuménica, que modernizó a la Iglesia

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 AP 163
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El "Año Santo Extraordinario" se celebrará del 8 de diciembre al 20 de noviembre del 2016 y será dedicado a la "misericordia", es decir, al perdón de Dios, tema clave de su pontificado.

El evento, entre los más solemnes de la Iglesia, fue anunciado por el Santo Padre desde la Basílica de San Pedro y adquiere particular importancia porque insta a la institución a proseguir con las reformas pese a las fuertes resistencias internas que encuentra.

"Dios perdona todo y siempre", recordó el Pontífice, cuyo anuncio fue recibido con aplausos

Según la tradición, el Año Santo es un tiempo en que la Iglesia concede indulgencias a los fieles que cumplen determinadas condiciones y se inspira en el año jubilar de los israelitas mencionado en el Antiguo Testamento.

Estos "tiempos especiales" que la Iglesia católica dedica a la renovación de la fe de sus miembros fueron convocados en un principio cada cien años. Después cada cincuenta años, luego cada 33 y finalmente, desde 1450, se celebran cada 25 años.

No obstante, el Pontífice puede convocar fuera de ese tiempo otros años santos para conmemorar ocasiones particularmente importantes para la vida de la Iglesia. El primer Año Santo ordinario fue en 1300 y el último en 2000, durante el pontificado de Juan Pablo II, cuando cerca de 30 millones de peregrinos visitaron Roma.

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Por razones políticas, se suprimieron los de 1800 -debido a que los papas Pío VI y Pío VII eran prisioneros de Napoleón- y 1850, cuando Pío IX tuvo que huir de Roma hacia la localidad de Gaeta, en el sur de Italia, debido a una insurrección popular contra el poder temporal de los papas.

A partir del siglo XVI, fueron convocados también años santos extraordinarios. El primero fue en 1383 y lo proclamó Urbano VI para recordar los 33 años de la vida terrenal de Jesucristo.

Otros años santos especiales fueron los de 1560, convocado por Pío IV por el Concilio de Trento; 1566, proclamado por Pío V para implorar la defensa de la cristiandad contra los turcos; 1904 (Pío X) por el aniversario del dogma de la Inmaculada Concepción, y 1933 (Pío XI) para celebrar el XIX centenario de la Redención.

Los papas Sixto V (1585), Pablo V (1605), Gregorio XV (1621) y León XIII (1879) convocaron años santos por el comienzo de sus pontificados.

Pío XII proclamó 1954 Año Santo mariano, Pablo VI 1967 Año Santo de la fe y Juan Pablo II 1983 Año Santo por los 1.950 años de la Redención y 1987 Año Santo en honor de la Virgen Santísima.

Los tres signos que caracterizan el Jubileo son la peregrinación, la Puerta Santa y la indulgencia.

La peregrinación simboliza la historia de la Iglesia y el vivir diario de una existencia inacabada de quien aspira al estado de hombre perfecto en la plenitud de Cristo.

La Puerta Santa evoca el paso de cada cristiano del pecado a la gracia, mientras que la indulgencia es la que Dios concede a todos sus hijos que la buscan tras expiar los pecados con obras de piedad. Hasta hace unos años, el pontífice solo abría la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro del Vaticano y así lo hizo Juan Pablo II el 24 de diciembre de 1999. Al día siguiente abrió, además, la puerta de la basílica de San Juan de Letrán; el 1 de enero de 2000 la de Santa María la Mayor y el 18 de enero siguiente la de San Pablo Extramuros. Era la primera vez en la historia que un pontífice abría las puertas de las cuatro grandes basílicas de Roma, como hará Francisco en el próximo Jubileo. Las cuatro puertas permanecieron abiertas hasta el 6 de enero de 2001, cuando las cerró el Pontífice y dio por concluido el Jubileo de 2000.