Un argentino se sumó en Irak a una milicia que combate a ISIS: "Decidí que tenía que hacer algo"

Maximiliano Mattioli se instaló en Kirkuk, uno de los principales frentes de guerra. "Muchos amigos me apoyan pero no estarían dispuestos a perder o arriesgar lo que he perdido o arriesgado yo", dijo

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Maximiliano Mattioli vivía desde hace tiempo en España y alternaba trabajos temporales entre Barcelona e Ibiza. Horrorizado por las brutales acciones del Estado Islámico, un día este mendocino de 39 años decidió emigrar a Irak para luchar contra los terroristas. Hoy se encuentra en Kirkuk, una ciudad controlada por combatientes kurdos que se erige como el principal bastión de la resistencia frente a los yihadistas, y se convirtió en el primer argentino –que se sepa– combatiendo contra ISIS.

"Vi las locuras que hicieron los milicianos del EI en Siria y todo lo que vino después, y decidí que tenía que hacer algo", dijo en una entrevista con la agencia Télam en la que negó que fuera un mercenario. "Esta gente ha pasado muchos límites. Son fanáticos ignorantes y expansionistas. Una combinación peligrosa", añadió.

Para la incorporación a sus filas, la milicia en la que se enroló Mattioli tuvo en cuenta sus conocimientos militares, adquiridos durante su paso por la Legión Extranjera Francesa. A su juicio, esa preparación es crucial para una tarea como la que ahora tiene. "A pesar de la buena voluntad de algunos, que no llega a concretarse en general, embarcarse en este tipo de historias sin al menos un poco de background militar sería una locura", subrayó.

Desde hace tiempo, los Estados Unidos y Europa consideran que la milicia kurda tiene más posibilidades de frenar al grupo yihadista que el Ejército iraquí, no sólo porque han demostrado más destreza sino porque existen más dificultades a la hora de negociar y realizar acuerdos con Bagdad. De ahí que los aliados hayan sido proclives a armar y apoyar a los peshmerga y ahora planeen lanzar desde la región kurda una gran ofensiva para poner fin al desafío yihadista y para recuperar la ciudad de Mosul, la segunda mayor del país, de manos del EI.

"Ya era hora de que los aliados se dieran cuenta de que van a tener que involucrarse más", indicó el argentino. "Nosotros estamos listos", advirtió.

Entre los milicianos del Kurdistán iraquí que pelean contra ISIS "hay un par de europeos que tienen familias kurdas, y había un americano y un canadiense, pero se fueron porque los consulados presionaron para que no combatieran", explicó el argentino, nacido en Godoy Cruz. En tanto, los terroristas han sido exitosos a la hora de nutrirse de occidentales.

Aunque son cada vez más frecuentes los asesinatos de los rehenes que captura el Ejército Islámico, Mattioli no sopesa esa posibilidad. "Uno no piensa en caer capturado, y menos planear un suicidio antes de ser torturado. Eso pasa en las películas. En la realidad todo es más caótico", aseguró.

"Seguramente es más cómodo sentarse en casa calentito en el sofá, mirar la televisión y cabrearse por lo mal que está el mundo y luego ponerse a ver un partido de Champions", dijo. "Muchos amigos me apoyan en lo que hago pero no estarían dispuestos a perder o arriesgar lo que he perdido o arriesgado yo", reflexionó.

Más allá del combate, la vida es dura en el frente de guerra, remarcó Mattioli. "Estoy completamente solo, en un país que es muy diferente al mío, con una religión diferente, costumbres diferentes y viviendo muy rústicamente", señaló. No obstante, Mattioli dijo sentirse cómodo con los peshmergas, a los que describe como una milicia "admirable" que ha logrado frenar al EI porque "militarmente están bien organizados" y "muy motivados, porque luchan por su tierra".

El argentino no muestra ninguna urgencia en regresar a casa; por el contrario, se prepara para una intensificación de la guerra.