La polémica vida de Cecilia Bolocco llega a las librerías

En "Reina de corazones", la periodista chilena Laura Landaeta entrega una explosiva biografía de la Miss Universo que llegó a conquistar al ex presidente Carlos Menem. Infobae publica un adelanto

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La noche en que Cecilia Bolocco competía por ser elegida Miss Universo en Singapur, la prensa chilena de espectáculos ni siquiera se interesaba en su participación. Por el contrario, todos estaban atentos a cubrir la presentación del ídolo español Raphael, quien era número estelar en el programa Martes 13 y que por esos años era sensación en los rankings radiales.


Así lo recuerda Marcelo Sandoval, connotado periodista de espectáculos: "Estábamos todos en Canal 13 y de repente viene una de las niñas de RR.PP. del canal y nos dice: La chilena está entre las veinte. Minutos después viene y nos dice: Está entre las doce, y ya empezamos todos a inquietarnos... Podía ganar. Y lo hizo".


La fama y trascendencia que en el pasado habían tenido los concursos de belleza en nuestro país venía en baja. Ya ni siquiera soñaban con pelear en sintonía con el gigante de Gonzalo Bertrán, que se llevaba el grueso de la torta televisiva cada martes con su estelar. Como es sabido, además, Chile no era un rival de peso para las bellezas de Venezuela, Colombia y Estados Unidos, las frecuentes ganadoras de estos concursos. El glamour de estos espacios era comentado, pero cada día con menos interés y cercanía.


Sin embargo, esa noche de mayo de 1987 la historia se reescribiría a favor de una chilena, la primera y la única en ser elegida Miss Universo: Cecilia Carolina Bolocco Fonck.

"La conmoción fue inmediata. A sus veintidós años ella lucía su corona radiante, su gesto de ponerse las manos en la boca –que fue imitado por décadas–, los ojos llenos de lágrimas y esa sonrisa coqueta y hermosa hizo que inmediatamente todos la amaran", recuerda Ana Rosa Romo, ex presidenta de la Asociación de Periodistas de Espectáculos (APES).


Ciertamente, fue tanta la algarabía nacional que los diarios capitalinos reescribieron sus portadas a última hora con imágenes de la flamante reina. Para la edición del día siguiente, el diario La Época, por ejemplo, tenía una entrevista exclusiva con Hortensia Bussi, viuda del presidente Allende. Esa era la portada: sus primeras declaraciones para Chile luego de partir al exilio en 1973, su relato de lo que ocurrió en el golpe de Estado y con su marido.


Por esos días, la dictadura de Pinochet recibía sus primeros embates públicos con manifestaciones universitarias. Los partidos políticos de centro se reagrupaban y volvían a funcionar, se levantaban voces de crítica a los atropellos a los derechos humanos y, en ese contexto, una entrevista a la Tencha era un verdadero golpe periodístico. Sin embargo, esa portada emblemática se convirtió en un pie de página y fue cambiada por una foto a gran tamaño de Cecilia Bolocco con un titular dedicado a su triunfo. Y este es solo un ejemplo. Quizás el más significativo considerando que La Época no fue jamás un diario dedicado al espectáculo o la frivolidad.


Durante la noche de ese 26 de mayo, once días después de cumplir los veintidós años, Cecilia Bolocco logró que la gente espontáneamente saliera a la calle con banderas chilenas y celebrara sin represión alguna esta buena noticia. Un país golpeado y dividido se reunió en cada esquina, abrazándose y cantando el Himno Nacional, dedicando pancartas y palabras de gratitud a esta nueva celebridad criolla.

Cecilia Bolocco era coronada y con ello, además, recibía las herramientas para comenzar una carrera ascendente hacia el reconocimiento internacional. Esta coronación no era más que la primera piedra, el puntapié inicial con el cual una joven decidida, lúcida, trepadora, ambiciosa y, sobre todo, perseverante e inteligente, de clase media acomodada y que había vivido embates económicos y emocionales muy fuertes a su corta edad, diseñaba su camino al éxito. Un recorrido en el que no escatimaría en recursos para convertirse en quien es hoy: más que un nombre, una marca... Nuestra reina de corazones.


Ese año, particularmente, Miss Universo Chile le inyectó a esta elección de reina una energía diferente. Meses antes, la organización del magnate Donald Trump había realizado viajes promocionales por todo el país con las candidatas, tratando de elevar el interés de la audiencia. Si bien es cierto que no estaban en las mejores condiciones en relación a años anteriores y los auspiciadores y la prensa se mostraban reacios a continuar dando protagonismo a los constantes fracasos chilenos, era innegable el potencial económico que movía este tipo de concurso, algo muy rentable, más aún pensando en una sociedad que se levantaba consolidada frente al dólar, superando una crisis económica de proporciones en tiempo récord y con un poder adquisitivo mucho más estable que el de sus países vecinos. Chile era un mercado pequeño, pero muy atractivo para la organización de Trump.


Ese 1987, las participantes fueron preparadas especialmente para el concurso con clases de oratoria, expresión corporal y ensayos grabados que les permitirían acomodarse a la presencia de cámaras y no cohibirse en el intento. Definitivamente, Chile iba por una Miss Universo y todos los esfuerzos hacían notar un nivel de profesionalismo y dedicación mayor que el de años anteriores


Cecilia Bolocco fue desde el primer momento la favorita de los entendidos. Así lo concitaba en sus páginas la revista Paula de la época, la cual ese año sacó una nueva publicación llamada Miss Chile y que siguió cada detalle de las candidatas y su trabajo desde que fueron seleccionadas. Todos estos esfuerzos y preparativos extras levantaron en la mente de los más suspicaces diversas hipótesis sobre hasta qué punto este concurso y sus resultados estaban arreglados. Un triunfo de estas características, sumado a uno futbolístico y la venida de Juan Pablo II eran, sin duda, una estrategia de marketing atractiva para un gobierno cuestionado internacionalmente y que además vivía las primeras manifestaciones efervescentes de la oposición. Manifestaciones que llevaron incluso a la inteligencia de Estados Unidos a ofrecerle asilo político a Pinochet meses antes de iniciado el concurso.


En años en los que la televisión y los medios de comunicación en general estaban marcados por pautas de pan y circo, claramente una Miss Universo caía como anillo al dedo a esta política de la desinformación y voladores de luces. No hay que olvidar que con el tiempo hemos evidenciado cómo los protagonistas de grandes eventos sociales han reconocido públicamente haber sido manipulados por la inteligencia militar y la CNI. Imposible resulta olvidar las declaraciones, por ejemplo, de Miguel Ángel Poblete, el "Vidente de Villa Alemana", en el programa El termómetro de 2003, donde aseguró que solo vio a la Virgen en escasas ocasiones y que la CNI hizo un tongo utilizando luces y aviones para despistar a los fieles y hacerlos creer en su presencia. Esos eventos en Peñablanca convocaron a más de un millón de personas. Sin duda, una gran estrategia de despiste.


Si años antes fueron videntes y ovnis, perfectamente bien esta vez podría tratarse de la realeza en versión criolla. De hecho, la efervescencia provocada por Cecilia llegó a tanto que el día en que aterrizó en el aeropuerto internacional, proveniente de Los Ángeles (Estados Unidos), no solo la esperaban un club de cueca y algunas autoridades, también miles de personas apostadas en los costados del camino y en la entrada del vip, las que tuvieron que ser contenidas con vallas papales y efectivos policiales. "La gente estaba como loca, todos querían ver a la reina, tocarla, abrazarla. Un país acostumbrado a triunfos morales y decaído por su política interna necesitaba a esta reina", recuerda Sandoval.

No existen pruebas concretas de que la elección de nuestra reina criolla haya sido una maniobra política de la dictadura. Y seguramente la incógnita seguirá vigente, ya que en esa época, la mayoría de los arreglos extraoficiales se discutían entre cuatro paredes y con pocos testigos. Por otro lado, en la historia de los concursos de belleza no ha ocurrido un escándalo que demuestre que estos son arreglados, aunque más de una vez se ha cuestionado la forma de selección al evidenciar resultados que, casualmente, coinciden con un momento político o social determinado en un país específico. Sin embargo, debemos reconocer que el desplante y carisma que Cecilia mostró esa noche, sumado a su belleza y simpatía –pese a no hablar una pizca de inglés y haber tropezado en un momento decisivo–, perfectamente bien podían haber valido una merecida corona sin la intromisión de terceros. Algo que se acerca mucho más a la realidad que cualquier otra teoría conspirativa.


Lamentablemente para ella, su llegada a nuestro país no fue muy favorable para disipar estos rumores. Más aún cuando la vemos descender de un auto escoltado, vestida impecablemente de blanco, recibiendo el saludo de la guardia del Palacio de La Moneda. Esa tarde recibió de manos del dictador la condecoración "Héroes de La Concepción", que se entregaba a figuras jóvenes de renombre internacional. La recibió solo dos horas después de que estudiantes de la Universidad de Chile fueran amenazados con disparos, bombas lacrimógenas y palos por protestar frente a la Facultad de Filosofía, exigiendo mejoras en su universidad.


"Reina de corazones", de Laura Landaeta (Editorial Planeta).