Para la agencia Reuters, Cristina Kirchner "pone en duda su credibilidad al hacerse la víctima"

La agencia de noticias internacional señaló que el lugar en el que se colocó la Presidente respecto del misterio de la muerte de Nisman podría afectar la imagen de su gobierno y las posibilidades de los candidatos oficialistas en las elecciones

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En un nuevo capítulo de la intensa cobertura que la agencia británica Reuters viene realizando sobre la muerte de Alberto Nisman y sus consecuencias, un artículo escrito por Richard Lough analiza el impacto que tiene la reacción de la Presidente al hecho que escandalizó a la sociedad en su gestión y las posibles implicancias en el escenario electoral.

A continuación, el artículo completo, titulado "Cristina Kirchner pone en duda su credibilidad al hacerse la víctima":

Cristina Kirchner se refugió en la residencia presidencial por una semana antes de hablar de la misteriosa muerte de un fiscal federal que aseguró que ella intentó encubrir la presunta participación de Irán en un atentado en 1994 en suelo argentino.

Cuando lo hizo, los argentinos quedaron en duda sobre si ella se veía a sí misma como una víctima del escándalo. No fue Alberto Nisman, cuyo cuerpo fue hallado en un charco de sangre con una bala en la cabeza el día anterior a que tuviera que detallar su investigación, y a cuya familia Kirchner no ofreció condolencias. Era ella el blanco de un turbio complot para manchar su nombre, orquestado por agentes deshonestos expulsados de la agencia de espionaje que ella dijo que había fallado en actuar para los intereses del país.

"Veintiún años después del ataque y hoy alguien aparece con una afirmación infundada de que queríamos hacer descarrilar la investigación", dijo en su discurso televisado de una hora de duración, vestida toda de blanco y sentada en una silla de ruedas. "Que digan lo que quieran, dejen que hagan todas las denuncias que quieran, que los jueces me citen, no me molesta".

La muerte de Nisman ha provocado una de las mayores crisis políticas en los siete años de gobierno de Cristina Kirchner y puede reforzar las posibilidades de la oposición en las elecciones presidenciales de octubre.

La Presidente está impedida de competir por la reelección, pero a algunos funcionarios cercanos les preocupa que su manejo del escándalo esté haciendo mella también en la credibilidad del Gobierno.

"Esto va a hacernos daño", dijo una fuente del gobierno cerca a la presidencia que no está autorizada a hablar públicamente. "Cuán mal, no sabemos. Sólo ella decide lo que va a hacer".

Sus inconsistencias han ayudado a las teorías conspirativas de fanáticos, algunas de las cuales apuntan directamente a ella. Una encuesta de la consultora Managment & Fit reveló que el 63% de quienes respondieron creyeron que la imagen de la Presidente quedará significativamente debilitada.

El día después de la muerte de Nisman, manifestantes marcharon a la residencia oficial de la mandataria. Algunos golpearon las puertas gritando "asesina".

"No es habitual que reconozca errores, sea lo de Nisman o la inflación. Y así ella se cierra", dijo Roberto Lavagna, ex ministro de Economía de la gestión de su esposo, quien la precedió en el cargo, y ahora trabaja para el candidato opositor Sergio Massa.

Denuncias de encubrimiento

La semana antes de su muerte, el 18 de enero, Nisman acusó a Cristina Kirchner abrir un canal secreto de diálogo a Teherán para proteger a un número de sospechosos iraníes y encubrir el atentado contra un centro judío en 1994 como parte de un acuerdo comercial para cambiar granos por petróleo.

El Gobierno calificó el planteo de "absurdo". Dijo que Nisman fue engañado para hacer sus denuncias y luego asesinado cuando ya no era útil a los espías que encabezaron la conspiración contra la Presidente.

Las misteriosas circunstancias han vuelto a encender el debate sobre la relación turbia entre el Gobierno, los servicios de inteligencia y el poder judicial, y han alimentado una desconfianza de larga data sobre los líderes políticos en las vísperas de las elecciones. También ha acumulado presión sobre el gobierno de izquierda, ya que se enfrenta con una deuda en default y una economía estancada.

"Este asunto debería reforzar la preferencia de la sociedad para el cambio en las elecciones de este año", dijo el analista político Ignacio Labaqui, de Medley Global Advisors. "Afecta negativamente las posibilidades de que alguno de los aspirantes presidenciales del Gobierno pueda atraer a votantes independientes".

En su discurso de TV, Cristina Kirchner dio a conocer un sorpresivo plan para desmantelar la poderosa agencia de inteligencia de la Secretaría de Inteligencia, que ella retrató como siniestra y que no rinde cuentas a nadie.

En la "guerra sucia", dirigida por la dictadura militar entre 1976-1983, la agencia espió a los militantes marxistas, sindicatos y otros izquierdistas. Desde que se restauró la democracia, los gobiernos que se sucedieron estuvieron sospechados de haber continuado utilizando la agencia para espiar a opositores.

La Presidente dijo que se crearía una agencia nueva y más transparente. La supervisión de las escuchas telefónicas estaría en las manos de la Procuración General. Pero la oposición es escéptica, y algunos creen que intenta otorgarle el control de la nueva agencia de inteligencia a sus leales. Argumentan que la maniobra apunta más a protegerse a sí misma que a reformas democráticas.

"Todo lo que hace es sobre ella", dijo Federico Pinedo, jefe del bloque del PRO en la Cámara baja, del aspirante a la presidencia Mauricio Macri. "Ella tiene el control del Congreso y puede hacer lo que quiere."

No es la primera vez que al Congreso, dominado por los aliados de Cristina Kirchner, se le pide avanzar a toda prisa con una ley. En septiembre, los legisladores aprobaron un proyecto para reformar el modo en que Argentina pagaría parte de la deuda externa en un intento de eludir las resoluciones judiciales de los Estados Unidos sobre sus bonos en default. Argentina es, según dijo la Presidente, víctima de "terroristas económicos" en su larga batalla legal con los inversores estadounidenses.

La nueva ley no pudo solucionar el conflicto y en su lugar reforzó la sensación de que Cristina Kirchner no tenía ninguna intención de negociar con los acreedores estadounidenses, a los que califica de "buitres".

"Cristina Kirchner tiene su propio modo de funcionamiento que se basa en gran medida de su propia intuición y certezas, en oposición a las pruebas y realidades que ella prefiere ignorar", dijo el historiador argentino Federico Finchelstein.