Moyano y Barrionuevo se reconciliaron en una cumbre sindical con varios "faltazos"

A pesar de la "reconciliación" que los dos líderes sindicales opositores sellaron en la ciudad balnearia, quedó claro que la unificación de la CGT es aún una utopía. La UTA, "La Fraternidad" y los "gordos" de los gremios de los servicios brillaron por su ausencia

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Se sabe con anticipación que en marzo comenzará a regir el aumento de las prepagas. Que arrancará también un nuevo ciclo escolar, que los jubilados cobrarán con aumento, que Serrat se presentará en un teatro porteño y que se producirá un eclipse solar total que los argentinos, por una cuestión de latitudes, no podrán apreciar.

Lo que en cambio se desconoce por completo es cómo se apañará el sindicalismo peronista para plasmar la unidad antes de que estalle el otoño; tal la expresión de deseos verbalizada durante el plenario realizado ayer en Mar del Plata, que marcó la "reconciliación" de Moyano y Barrionuevo, para juntos volver a batallar contra la administración de la doctora Kirchner en su año final.

El reencuentro a la altura del mar de los jefes supremos de las dos centrales opositoras no pareció en verdad el mejor estímulo para contagiar al resto con la idea de recorrer el largo y sinuoso camino de la unidad en el menor tiempo posible, bastante antes de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO), de agosto; para no aparecer condicionados al poder político.

Hubo ausencias llamativas en el hotel que los gastronómicos tienen en suelo marplatense. Ni los poderosos "gordos" de los grandes gremios de servicios ni "independientes" (que también quieren la unidad), ni mucho menos expresiones del sindicalismo K, fueron de la partida. Estaba en los cálculos.

Sin embargo, el dato clave e indisimulable fue la borrada de las dos organizaciones del transporte que, con sus más y sus menos, jugaron todo 2014 a las órdenes de la dupla convocante: los colectiveros de Roberto Fernández y los conductores de locomotoras (La Fraternidad) de Omar Maturano.

Uno y otro hicieron saber que se trataba de una invitación envenenada, que no querían ser "usados" para "jugar a la política" en contra del Gobierno. Más enfático, el jefe de la UTA señaló, con cierta lógica, que si Moyano y Barrionuevo realmente aspiran a la unidad debieran haber invitado al metalúrgico Antonio Caló, de la CGT oficial, para dar un paso al costado los tres en un mismo acto, como dijo a Infobae días atrás.

"En un punto es entendible: estos muchachos (por Fernández y Maturano) manejan actividades muy subsidiadas por el Estado", señaló en tono comprensivo a este medio uno de los participantes del plenario en el hotel Juan Perón, que tuvo su prolongación en el almuerzo servido en un confortable salón del Hotel Sasso, donde funciona el casino que regentea Barrionuevo.

Quedó dicho la semana pasada que parecía difícil que el colectivero Fernández fuera a sacarse una foto con las jerarquías de las centrales anti-K cuando acababa de arreglar, con la venia del Ministerio de Trabajo, un aumento para su gente de 5 mil pesos, a cuenta de la próxima paritaria, a discutirse en un par de meses.

Hace exactamente un año también prendían velas al subsidio estatal. Sin embargo, a diferencia de esta vez, en el enero de 2014, el chofer y el ferroviario fueron destacados participantes del espacio común de lucha que inauguraban Moyano y Barrionuevo.

Ahora han preferido reservarse para la próxima reunión de gremios del transporte --prevista para mediados de febrero--, que se presenta casi como un bloque autónomo de las centrales sindicales. Tan convencidos están sobre la fortaleza de ese mosaico, que los anima a sostener que el próximo titular de una CGT única debe ser un hombre de ese grupo.

Como sea, Moyano y Barrionuevo buscaron ayer deliberadamente no aparecer como gestores de una maniobra disolvente contra Cristina, léase anunciar medidas de fuerza. Aunque tampoco se privaron de descalificar a la Presidenta por su responsabilidad política en la extraña muerte del fiscal Alberto Nisman. El tema, casi obvia decirlo, sobrevoló todo el plenario.

Moyano se hizo eco de esa situación ante la prensa. "Además de los graves problemas económicos que vive el país, hay una situación aún peor: la gente vive con temor y el Gobierno parece no advertirlo", apuntó el sindicalista presidente de Independiente sin necesidad de aclarar a qué se refería. ¿El miedo es extensivo al camionero?

En el Sasso, a los postres, el locutor Jorge Formento, incondicional de Barrionuevo, leyó un documento que fue prácticamente un calco del producido el año pasado. Apenas si lo acondicionaron un poco, modificando algún tiempo verbal.

Por lo demás, se puntualizó que el kirchnerismo tiene pendiente satisfacer un sinfín de reclamos hechos en 2014: adecuar el mínimo no imponible de Ganancias (las escalas están ancladas desde la era De la Rúa), acabar con la inflación, no interferir en las paritarias con porcentajes testigo, mejorar la situación de los jubilados, amén de emprender una lucha efectiva contra la inseguridad y el narcotráfico, etcétera.

Mientras, en la CGT de signo kirchnerista, se preguntan también por estos días qué hará la Casa Rosada para poder despegarse de la mugre con que lo salpicó el final trágico de Nisman. Esperan el momento adecuado en que la Presidenta pueda dar respuestas concretas sobre Ganancias y sobre el vago proyecto de reforma laboral que se planteó desde el oficialismo a fines del año pasado.

Pero fundamentalmente aguardan instrucciones sobre cuál es el candidato presidencial que deben apoyar con miras a las PASO. Es por eso que los K concluyen que no habrá unidad hasta que esa prueba electoral determine un veredicto.

Tampoco habrá unidad entre los irreconciliables hermanos Pablo y Daniel Biró, que por estos días se enfrentan en una elección de goma que decidirá cuál de los dos es el nuevo jefe del gremio de los pilotos. ¿Podrá revalidar títulos el kirchnerista Pablo o dar el batacazo el moyanista Daniel?

Terminado el cuarto día de elección (recién se acaba el viernes que viene) las expectativas de Daniel Biró al que entusiasma el "boca de urna", son en realidad acotadas: dice que el kirchnerismo camporista controla la junta electoral y que, por si fuera poco, tiene además las llaves del gremio, donde cada noche se guardan las urnas de una elección que prevé la participación de más de mil pilotos de Aerolíneas y de las otras compañías de vuelo.