Custodia y fervor periodístico, un ambiente desconocido para el único imputado del caso Nisman

Diego Lagomarsino, quien dijo haber facilitado a Alberto Nisman el arma que terminó con su vida, brindó este miércoles una conferencia de prensa para detallar sus últimos contactos con el fiscal

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Se reavivan las sospechas sobre el rol de Diego Lagomarsino en el caso Nisman Nicolás Stulberg 162
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 Nicolás Stulberg 162
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El estudio del penalista Maximiliano Rusconi, en Córdoba al 800, a un par de cuadras de la avenida 9 de Julio, se desbordó por completo. Y la entrada y salida de Diego Lagomarsino, imputado en el expediente por la muerte del fiscal Alberto Nisman, se asemejó al operativo de una custodia presidencial: varios efectivos de Gendarmería, dispuestos por la Justicia para cuidar las espaldas del especialista en informática que le facilitó la Bersa calibre 22 a Nisman, cuidaron celosamente que ni periodistas ni extraños se le acerquen.

Lagomarsino irrumpió en el estudio de su abogado, en el segundo piso, a las 15:07, y salió 36 minutos después, casi al trote, resguardado por un cordón humano de gendarmes que le impidieron cualquier contacto mano a mano con la prensa. A esa altura, el estudio jurídico era un verdadero caos.

Lagomarsino se mostró nervioso, desacostumbrado al tumulto de los medios de prensa. Su abogado, de hecho, lo preservó de la insistencia periodística lo más que pudo. Solo se sentó ante las decenas de periodistas, camarógrafos, fotógrafos y corresponsales extranjeros durante esos más de treinta minutos que duró su detallada exposición. El ex colaborador del fiscal de la Unidad Especial AMIA se resguardó de los flashes antes de su relato en el piso 11 del edificio, en el departamento de un colaborador de Rusconi. Terminada la conferencia de prensa, repitieron el mismo procedimiento.

 Nicolás Stulberg 162
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Desde que Nisman apareció muerto en el baño de su departamento en la torre Le Parc de Puerto Madero, la rutina de Lagomarsino cambió abruptamente. El viernes 23, antes de aceptar la defensa de Rusconi, el hombre se acercó personalmente a la Defensoría del Ministerio Público Fiscal en busca de un defensor oficial. En su entorno lo convencieron de que ser patrocinado por un letrado oficial no era lo más conveniente. A través de un allegado terminó casualmente en manos de Rusconi, que cortó abruptamente sus vacaciones. Cuando hablaron por primera vez, durante más de cinco horas, Lagomarsino se quebró en varias oportunidades. El penalista espera además por estos días el fallo de la Sala I de la Cámara Federal que confirmaría lo escrito por el juez Ariel Lijo en el marco de la causa Ciccone. Rusconi defiende a Nicolás Ciccone, fundador de la imprenta homónima.

En el entorno de la defensa están convencidos de que Lagomarsino es "un perejil". Aseguran que cuando le prestó el arma calibre 22 al fallecido fiscal no tomó dimensión de las consecuencias. "Cuando le dio el arma, Nisman le dijo que era fiscal y que por eso podía portar un arma, algo que no es tan así", dicen cerca de la defensa. De hecho, Lagomarsino, como narró en su exposición, le explicó a Nisman que el arma no estaba cuidada. Por algo la tenía desparramada en su casa, separada en partes, sin lubricar.

La rutina de Lagomarsino terminó de trastocarse por completo tras la cadena nacional de la Presidente, el lunes 26, en la que apuntó directamente contra el ex colaborador de Nisman. Su entorno, dicen, lo preservó: no vio, al menos en vivo, ningún tramo del mensaje presidencial.

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