La Internet de las Cosas: la pregunta por lo significativo

Ya no importa si algo es posible, sino si es significativo para los usuarios. Especialistas analizan para Infobae como los avances teconológicos han cambiado los desafios de las empresas

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Este año la feria International Consumer Electronic Show ® (CES) planteó que la pregunta principal de la industria no es ya si algo es tecnológicamente posible sino si es tecnológicamente significativo. Shawn Dubravac, economista titular de la Consumer Electronics Association (CEA, la institución que organiza el CES) explicó a Infobae: "Durante los últimos cien años buena parte del foco se centró en crear algo tecnológicamente nuevo. Ahora nos concentramos con más fuerza en la experiencia del usuario y en los ejemplos de uso habilitados por el progreso de los últimos cincuenta años, y en especial los últimos diez".

Si bien la innovación "es la historia del progreso: romper las barreras tecnológicas, de crear mañana lo que hoy no es posible", como reconoció Dubravac, es muy difícil imaginar, en el estadío de una idea apenas completada, si funcionará o no. "¿Quién hubiera pensado que un termostato inteligente iba a ser un regalo de Navidad tan popular como ha sido ahora?", dio como ejemplo Daniel Castro, director del Center for Data Innovation (CDI) y analista de la Information Technology and Innovation Foundation (ITIF).

Michael Liebhold, investigador superior del Institute for the Future (IFTF), desafía la idea de que ya todo es técnicamente posible. "Hay muchos obstáculos técnicos todavía para una implementación elegante de la Internet de las Cosas (Internet of Things, IoT)", dijo. "El más importante es el intercambio de información. Cada persona que crea aparatos o software trata de controlar el modo en el que se comparte la información, y si la información se comparte significativamente entre aparatos o software, la IoT no va a ser particularmente útil. No seamos demasiado entusiastas, no todos los problemas técnicos se han solucionado".

"Hay muchos obstáculos técnicos todavía para una implementación elegante de la Internet de las Cosas"

De lo deseable a lo posible

Un colega de Castro, Doug Brake, analista de políticas de telecomunicaciones en la ITIF, señaló a este diario uno de esos obstáculos, por demás importante: "La IoT empuja muchos cambios en la tecnología de las comunicaciones, y requiere cambios reales en las redes en distintos niveles".

¿Por ejemplo?

La IoT incorporará millones de nuevos aparatos, muchos de los cuales tendrán requisitos especializados. Detalló Brake: "Muchos de estos aparatos necesitarán transmitir pequeñas cantidades de información con muy pequeño consumo de batería. Son aparatos de nuevo tipo, con necesidades técnicas nuevas, que requieren la creación de protocolos y parámetros nuevos, hasta el fondo mismo de la capa física [del modelo de interconexión de sistemas abiertos, OSI por sus siglas en inglés]".

El OSI es el protocolo estándar internacional para las arquitecturas de interconexión en los sistemas de comunicaciones. Tiene siete capas, la básica de las cuales es la Capa Física (PHY por sus siglas en inglés), el cimiento sobre el que se montan la Capa de Enlace de Datos, la Capa de Red, la Capa de Transporte, la Capa de Sesión, la Capa de Presentación y la Capa de Aplicación (que es la que conocemos los usuarios). La IoT, argumentó Brake, requiere cambios en todo ese camino, hasta el cimiento mismo.

"Ya se está realizando bastante trabajo en este campo", comentó. "Existen numerosos protocolos o bien ya comercializados o en elaboración para conectar los aparatos que se distribuyen en una casa, un ámbito de trabajo o una fábrica."

Otro punto central, agregó el experto en telecomunicaciones del ITIF, es la codificación y el ancho de banda que se utilizan para la transmisión de datos en una red, lo cual se conoce como señalización. "Tantos aparatos nuevos conectados a una red requieren una ampliación dramática de la señalización, desde el nivel del router dentro de un hogar hasta el corazón de una gran red. No se trata de un desafío trivial."

De lo posible a lo funcional

Dubravac argumenta que cuando muchas de las tecnologías permanecen aún en la fase inicial, cuando los desarrolladores tienen muchas ideas pero no saben cuál va a tener aceptación, un reto fundamental es hallar "el modelo correcto de tecnología, diseño y negocio" y otro "dar con la necesidad del consumidor". En su experiencia, "la gente paga por cosas como la convenciencia, la seguridad y la calidad. Los productos que ofrezcan esos elementos a buen precio van a tener éxito", vaticinó.

Castro especuló sobre qué podría funcionar en el futuro cercano: "Los consumidores gastan mucho en cosas para llevar encima, como relojes, anteojos o joyas. Tendría sentido que estos productos tuvieran una actualización tecnológica en algún momento [que se convirtieran en wearables: computadoras para vestir], pero todavía faltan las empresas que den con la aplicación genial para esos aparatos".

Para Liebhold, "es algo idiosincrático". En su opinión habrá progreso en los automóviles, "que ya tienen una inteligencia incorporada enorme: hace años ya que un carro es una red muy compleja de aparatos inteligentes". Destacó la combinación de wearables: "Creo tienen posibilidades promisorias, como los automóviles, porque se han mostrado convenientes para la salud, el ejercicio físico, el entretenimiento y la moda".

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También, cree, se verá progreso en la inteligencia incorporada a los hogares y los ámbitos de trabajo. Dio como ejemplo una preocupación global: el consumo de energía.

"La arquitectura y la ingeniería de la construcción utilizan dispositivos inteligentes para regular la temperatura en los edificios, lo cual ahorra enormes cantidades de energía y reduce la emisión de gases del efecto invernadero y de carbono en el medioambiente, simplemente al eliminar el aclimatamiento de lugares desocupados. Y eso se hace de manera automática. Es un ejemplo baladí pero nos da una idea de la inevitabilidad del uso de la tecnología para el beneficio social y ambiental", propuso el investigador del IFTF.

La experimentación, afirmó Dubravac, dirige el camino de esta evolución: "Ahora que la tecnología está disponible, todo se reduce a la experimentación. Veremos innovaciones en cada categoría, pero obviamente algunos productos llegarán al mercado masivo antes que otros. Los wearables se han integrado de lleno al mercado masivo; las impresoras 3D, los drones y las casas inteligentes son categorías emergentes. Y también vemos pasos gigantes hacia los vehículos autónomos".

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De lo funcional a lo significativo

El usuario parece orientarse en una dirección: si una nueva tecnología, por asombrosa u original que sea, tiene sentido para la vida cotidiana. Liebhold, quien antes de estudiar el futuro pasó diez años en el Laboratorio de Tecnología Avanzada de Apple, está seguro: "El tema de lo significativo es fundamental".

Desarrolló: "La facilidad del uso o el uso significativo es casi la estructura general de pensar de cada persona que trabaja en Apple, porque se hace foco en el diseño para el uso. En el IFTF el centro de nuestro trabajo es comprender el uso humano de la tecnología, para lo cual primero debemos entender en qué aspectos de nuestra vida se puede aplicar de manera efectiva esta inteligencia de supercomputadora en nuestros aparatos y en la nube. El Principio 1 es aumentar las capacidades humanas; el Principio 2, extender las capacidades humanas de maneras en las que no podrían completar sin la inteligencia de las computadoras".

Al profesor distinguido de la cátedra de Derecho Laurie Silvers & Mitchell Rubenstein de la University of Miami, Michael Froomkin, no le convence el concepto de lo significativo como ariete para el mercado masivo. "En mi casa tengo un refrigerador, un lavavajillas, una lavadora y una secadora, entre otros electrodomésticos. Se supone que duran bastante tiempo, por lo cual no los reemplazo muy seguido. El hecho de que hoy haya un refrigerador inteligente en el mercado no quiere decir que vaya a comprar uno: mi refrigerador funciona perfectamente bien. Y creo que la mayor parte de la gente no va a reemplazar un bien que le es útil sólo para tener uno inteligente", opinó.

Más aún, cuestionó el deseo de tener artefactos inteligentes. "Por ejemplo, los televisores inteligentes son bastante escalofriantes. Algunos siguen los movimientos de los ojos para ver si uno está mirando. Alguna gente querrá eso, otra preferirá evitarlo. Me sorprendería que se diera un desarrollo rápido, excepto en algunas áreas específicas, como –sin duda– los teléfonos. Pero en el mercado en general se verá alguna oposición también."