A lo San Lorenzo: sufrimiento, ayuda divina y creciente ilusión

¡Primer objetivo cumplido, "Ciclón"! Como marca la gloriosa historia de esta institución, sobró angustia y no pudimos festejar hasta el pitazo final del árbitro. No sorprendió el flojo rendimiento colectivo, luego de un torneo local complicado. Jugaremos contra el mejor equipo de la historia... ¿Se puede? Vamos a intentarlo.¡Argentina merece su Campeón Mundial!

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¡Un parto señores, un parto! ¿Acaso es necesario tener que sufrir constantemente por los colores de este amor? La respuesta no es ni más ni menos que cantada: responde a la genética y conocida tradición de esta gloriosa institución llamada Club Atlético San Lorenzo de Almagro. No existe otra forma. Póngale usted el calificativo y argumento que prefiera, pero el Campeón de América cumplió la primera meta y estará jugando la Final del Mundo por primera vez en 106 años de vida.



¿Frase hecha? Posiblemente, pero las finales se ganan. Se deja la piel. Queda terminantemente prohibido guardarse una gota de sudor cuando la bola comienza a rodar en el césped. Y los once representantes que vistieron la "azulgrana" en Marrakech, un sitio demasiado lejano a nuestro lugar de fundación, escribieron otro capítulo feliz para el "Ciclón" y sacaron el boleto para formar parte del partido más trascendental en la trayectoria de este club.



Si analizamos el juego, seremos lógicamente realistas. San Lorenzo hizo todo mal. Fallaron varios jugadores, pero también el "Patón" Bauza con la estrategia. Esperar con 10 hombres en terreno propio, resignar a la tenencia de pelota y apostar por un mísero error contrario fue un plan que pudo haber valido una 'catástrofe'. El semiprofesional Auckland City dominó la escena como debía haberlo hecho San Lorenzo, presionó como debía haberlo hecho San Lorenzo y se acercó con peligrosidad como debía haberlo hecho San Lorenzo. Todo cierto, por supuesto.



¿Generó extrañeza el flojo desempeño "azulgrana"? De ninguna manera. Hasta el hartazgo hemos descripto lo debilitado en 'cantidad' de jerarquía que quedó el plantel con la ida de baluartes en la conquista continental, la poca previsión dirigencial para imaginar ofertas y conseguir reemplazantes a la altura y la disminución física del equipo en su conjunto.Sencillo: no nos sobra absolutamente nada.



Ya está. De los errores se aprenderá en el futuro inmediato y ahora continuaremos luchando con nuestras nobles armas: la guapeza de Ortigoza para pedir el balón (pese a varias entregas equivocadas), el esmero de Mercier para interrumpir las intenciones rivales, la voluntad de Buffarini para marcar y su inmenso amor propio para lastimar en cancha, como la zurda endiablada de Barrientos para soñar y el sacrificio de los delanteros para obligar.



Si usted busca juego bonito, inclínese por la billetera pesada e insaciable del Real Madrid. Si prefiere el corazón, el temple y la capacidad de reinvención en las difíciles, una cualidad íntegramente argentina, ponga una 'fichita' por San Lorenzo. El sábado enfrentaremos al mejor equipo de la historia del fútbol, que suma 21 triunfos consecutivos (de los cuales 15 finalizaron con goleadas en el marcador), vapuleando a cualquiera que se interponga en su camino. Pero nada de nadie podrá apagar la llama de esta ilusión creciente, la misma que nos rescató del abismo cuando parecíamos condenados en 2012, la misma que nos condujo a ganar el torneo local después del 'cachetazo' en la Copa Argentina, la misma que nos trasladó a la cúspide americana tras una primera fase cruel y la misma que ahora nos instaló ante los ojos del mundo.



¿Puntos débiles del "Merengue"? ¿Quién puede detallarlos? Pero serán 90 minutos, 11 contra 11, en un deporte como el fútbol donde no siempre gana el mejor. A menudo lo hace el inteligente, y allí debemos apuntar. Ellos tienen a unCristiano fuera de serie, pero el Papa refuerza la fe para su querido San Lorenzo. Sabemos quiénes somos y de dónde venimos, por eso entendemos que no existen utopías. Nos fuimos al descenso, nos vendieron la cancha... ¡Y mirá dónde estamos en estos momentos! Regando con lágrimas de orgullo una camiseta que, a lo mejor, tiene preparada otra sorpresa para despedir con todos los honores un año inolvidable.

¡Vamos San Lorenzo, carajo!