"El problema de nuestro cine es que se produce para no ser visto"

El reconocido crítico Leonardo D'Espósito habló con Infobae sobre su nuevo libro, alertó de un "sistema que invisibiliza" la producción cinemotográfica nacional y analizó el fenómeno Relatos salvajes

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-Usted escribe profesionalmente sobre cine hace más de dos décadas. ¿Cuán difícil fue seleccionar para este libro lo esencial acerca de las películas?

Me ayudó mucho haber ejercido la docencia durante tres lustros y, al mismo tiempo, pensar qué era aquello que me hizo ejercer la crítica, conversar con el crítico que fui hace diez años. Hay mucho que quedó afuera, capítulos enteros. Pero lo que sí quedó provino de una especie de análisis químico: cuáles serían los elementos mínimos a partir de los cuales se podía entender el cine tal cual lo experimentamos. Es seguro que se podía hacer una selección distinta de temas, pero no completamente. Lo más difícil fue el tono. Que fuera amigable con un lector no enterado y no aburriera al cinéfilo duro.

-En su libro aborda desde Star Wars y el cine experimental, pasando por Disney, pornografía y nouvelle vague. ¿Es así de desprejuiciado en su propio gusto personal? ¿Es mejor un crítico cuánto más amplio en sus gustos?

Soy así de desprejuiciado. Las dos mejores películas de 2014 son, para mí, Guardianes de la Galaxia, un blockbuster de 300 millones de dólares, y Esto no es una película, un film hecho con nada por Jafar Panahi, cineasta en arresto domiciliario en Irán por ser opositor al gobierno de ese país. Y ambas comparten la idea de gente que siente mucho dolor pero se sobrepone con coraje y humor. Y sí, es mejor crítico -mejor espectador, más "gozador", etcétera- alguien cuanto más amplios son sus gustos. Solo que el gusto no es todo. Un crítico a veces tiene que poder ver cuándo un film que no le gusta es bueno, por ejemplo. "Bueno" y "malo" son categorías relativas de un nivel diferente al "me gusta", "no me gusta". Pero no cabe duda que, en el caso del crítico -que no es un periodista; es alguien que ejerce el ensayo de opinión, algo subjetivo siempre aunque ecuánime- tener un gusto amplio permite encontrar muchos más valores en un campo más amplio. Más: creo que es imprescindible.

-Formó parte del grupo de críticos de la Revista El Amante al que se le atribuyó en los 90 propiciar la aparición de una nueva generación de directores y aggiornar el gusto cinéfilo. ¿Cómo recuerda aquella época de esplendor de la nueva crítica y el nuevo cine argentino?

Yo creo que esa época no se fue, sino que mutó. Que hubo un reflujo hacia ideas y comportamientos -como la condena porque sí a Hollywood- que se descartó en esos tiempos y que de tanto en tanto vuelve. Pero sí hubo algo así como una efervescencia porque sentimos, todos, que no había límites. No solo para opinar contra la corriente si era necesario, sino también para ejercer la escritura con el estilo que uno quisiera. Porque, repito, la crítica es subjetiva, es un ejercicio poético personal, no un control de calidad de las películas. Creo que fue una gran época, pero como sucede con las revoluciones que triunfan, se disuelven en la costumbre. Hoy hay muchos motivos para volver a salir a patear el tablero, pero no sé si hay tanta adrenalina como para lograrlo. Los que teníamos 20 entonces tenemos hoy más de 40, y eso tiene cierto peso, porque los nuevos que escriben respetan muy poco la idea de ver de todo o de ser gramaticalmente correctos. El gacetilleo ha generado pereza y eso adocena mucho lo que se escribe. Pero todavía hay ideas por acá.

-¿Cómo juzga la actualidad del cine argentino? Por un lado, este año se estrenó el éxito de Relatos Salvajes, mientras que a la vez centenares de películas argentinas se estrenan sin ningún tipo de repercusión y hasta autores consagrados como Martín Rejtman luchan para poder estrenar sus películas.

Lo de Relatos... es totalmente excepcional. El cine argentino se encuentra ante el problema de que se produce básicamente para no ser visto. 151 películas estrenadas en 2014 lo demuestran. Y el problema no se reduce a "subsidios sí o subsidios no": todos saben, en todo el mundo, que el cine solo sobrevive con subsidios, incluso en los EE.UU., donde son indirectos. El problema tampoco es de tipo ideológico: siempre habrá films más afines al gobierno de turno y no debería asustar a nadie a menos que toda la producción fuera propaganda estatal, y no es el caso. El problema de fondo tiene dos patas: por un lado, hay una sola caja de financiación para el cine, lo que concentra demasiado la producción; por el otro, el sistema de exhibición solo estrena tanques en gran cantidad de salas restándole posibilidades al cine argentino. Hay otros problemas, estéticos -la dependencia de la poética televisiva, el endiosamiento de los guiones, etcétera- que me parecen menores. Pero el principal es que no se ha creado un público para las ficciones argentinas. Eso es un trabajo de educación, y no es sencillo de revertir. La participación del cine argentino en la torta sigue siendo exigua, menor al 11%, si no se revierte eso, no hay mucho que decir.

-Por cierto, ¿qué piensa del fenómeno de Relatos Salvajes? Se explica desde lo sociológico, lo cinematográfico o desde el marketing su éxito?

No hay un solo éxito grande en la historia del cine que pueda explicarse por uno o varios factores. En estos casos, siempre es un "factor X" el que interviene, y que bien puede ser sociológico. Pero creo que lo más fuerte es que el film era atractivo a priori por los nombres involucrados, que se creó un movimiento de difusión boca a boca muy favorable y que eso, al convertirse en tema de conversación en todas partes, llevó al cine a gente que no suele ir. Es simple: en la Argentina se ven aproximadamente 1,4 películas por persona por año, un consumo bajísimo, un número que demuestra que la mayoría de los habitantes no van nunca al cine. Y cuando surgen fenómenos así, parte de ese público se anima a ir y se suma a la recomendación. A mí el film me parece muy bueno (no "excelente") y creo que representa cabalmente cierto ersatz, cierto estado de ánimo social donde la locura y la revancha resultan los únicos caminos que se encuentran como modo de resolución de conflictos. Es un mérito hallar una forma ficcional para reflejarlo, por otro lado.

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-¿Cuál es su opinión acerca del debate que surgió hace algún tiempo sobre el INCAA? ¿Cree que hay un falta de control en los subsidios y en la selección de proyecto?

Ni. Creo que siempre habrá cierta discrecionalidad, pero que eso no surge de que alguien dice "denle plata a Fulano". Como dije, la tendencia a ser oficialista o a que algunas películas vayan de acuerdo a la ideología del gobierno es algo casi inevitable. Pero creo que el INCAA debe revisar su estructura y que la ley de fomento cinematográfico tiene que ser revisada. En primer lugar, que los subsidios provengan del 10% del precio de cada entrada hace que al propio INCAA le convenga que Harry Potter vaya en 300 pantallas, porque esa película con ese desembarco hace que crezca el fondo de fomento. Que sirve para hacer películas que no tienen dónde mostrarse porque a las salas las ocupa Harry Potter... Se crea una cinematografía, que se depura con el gusto público, sí y solo sí puede mostrarse. El gran déficit del INCAA no proviene (o no solamente) de muchos gastos absurdos, sino de no animarse a ejercer una política justa -no represiva, por supuesto, que permita el libre juego del mercado pero con ciertos límites lógicos como una mayor carga impositiva a partir de cierta cantidad de copias, por ejemplo- en los sectores de distribución y exhibición. Por muy loable que sea la apertura de un espacio INCAA, no arregla el problema de fondo. Es triste que muchos cineastas discutan desde el atalaya estético si los críticos somos o no justos con sus creaciones y no un sistema que les da trabajo para invisibilizarlos.

-¿Qué balance hace de la producción nacional durante la última década? Se puede hablar de un cine kirchnerista o no se produjo tal cosa?

Otra vez la respuesta es "ni". Hay un cine kirchnerista, pero es minoritario. Hay un cine "progre", que es un poco más grande numéricamente. Pero lo que abunda y lo que se ve realmente es el "tanque" nacional. Que es políticamente más neutro (por lo menos de modo evidente). Que hubo, como durante el menemismo, un gran oportunismo ideológico para lograr hacer ciertos films, también es cierto. Pero hay que ver esto en perspectiva: el cine oficialista no triunfó nunca en este país desde el regreso de la democracia. Uno ve la lista de films y nota la enorme cantidad de documentales "progres" que hay, o de films sobre la militancia que bien podrían caber dentro de los lugares comunes del discurso kirchnerista, pero no representan nada en términos ni de público ni de difusión. El verdadero cine, ese que todavía es un arte de masas, es más ambiguo y hoy lo veo caótico, incapaz de asumir posiciones sin temer molestar a nadie. Lo peor es eso; que nadie quiere molestar a nadie. Y no por cuestiones políticas o ideológicas, sino simplemente comerciales. Lo peor de esta época es quizás eso, que nadie sale a patear el tablero. Y cuando aparece algo apenas parecido, como Relatos..., estalla.

-En el último tiempo se ha escrito mucho acerca de que estamos viviendo una era de oro de la televisión en detrimento de la calidad de la producción cinematográfica. ¿Está de acuerdo con ese diagnóstico?

No. Lo que ha cambiado es otra cosa. Las series televisivas son el lugar donde el relato cinematográfico que no depende de la suntuosidad visual o el alto impacto sonoro puede subsistir. Pero sigue habiendo excelente cine incluso en el campo del gran espectáculo sensorial (por cierto no es la mayoría) a pesar de la televisión. Creo, en todo caso, que esta doble contaminación a separado formatos: el cine concentrado en relatos y personajes tiende a mutar hacia las series televisivas, mientras que la tecnología de inmersión del espectador en el show se instala en las salas. Pero donde hay buenos artistas hay cierto equilibrio: así como no todo blockbuster es Guardianes de la Galaxia, no toda serie es Breaking Bad. Quizás sí hay una contaminación muy rica entre ambas formas en cuanto a producción y relato, y es probable que la vieja rémora del relato del siglo XIX, que fue el que articuló el cine narrativo en tiempos de Griffith, hoy tenga un hogar más flexible en la TV. Pero no estoy del todo convencido de que esto sea en detrimento del cine.

Según su criterio, ¿cuáles son en la actualidad los cineastas más interesantes? ¿Y los más sobrevalorados?

La generación desprejuiciada americana de hoy, gente que viene -ya que estamos- de la televisión pero porque quería hacer cine, como Joss Whedon, J.J. Abrams, Drew Goddard, por ejemplo, son para seguir con interés. También muchos cineastas de animación como Brad Bird, Chris Miller, Phil Lord o Dean DeBlois. Eso por lo menos en el blockbuster. En el campo del -digamos- cine "de festivales", hay maestros que siguen inventando cosas todos los días como Johnny To, pero también gente más joven como el sueco Ruben Östlund, los franceses Alain Guiraudie o Bertrand Bonello, el catalán Albert Serra. Son personas que hacen un cine extremadamente personal y a veces, radical, pero que tienen aún el nervio de saber que lo suyo es un arte y, aún cuando se comunican con el espectador y se sientan a su lado, no conceden en sus ideas y van al fondo. Eso hermana a un Guiraudie con un Abrams: jugarse a fondo. Sobrevalorados hay muchos, creo que el mayor, hoy, es Christopher Nolan. Pero hay mucho bluff europeo y latino (González Inárritu, Lars Von Trier, Gaspar Noé), cuyo cine es mucho más pirotécnico y efectista que Los Vengadores, aunque usan la coartada de la solemnidad, de hacer sufrir a los personajes y de señalar con el dedo para que se los tome en serio. Desgraciadamente muchos críticos caen en la trampa... no siempre con inocencia.

-Por último, si tuviera que elegir una sola película para llevarse a una isla desierte, ¿cuál sería y por qué?

Hoy -pero hoy, mañana puede ser otra- Mi vecino Totoro, de Hayao Miyazaki. En una isla desierta uno necesita mucha compañía, y esa película es todo un refugio. También me llevaría un teléfono satelital, claro...

"Todo lo que necesitás saber sobre cine", de Leonardo D'Espósito (Paidós)