Francisco: "La conversión es segura cuando llega a los bolsillos"

El Papa volvió fustigar a los "dirigentes corruptos que, en vez de servir al pueblo, lo explotan para servirse a sí mismos". Recordó a Zaqueo, el rico cobrador de impuestos, que se convirtió y devolvió lo robado

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En la misa de esta mañana en Santa Marta, Francisco pidió a los fieles estar atentos para no convertirse en cristianos tibios, cristianos de la comodidad o de la apariencia. Subrayó que los cristianos deben responder siempre a la llamada de Jesús a la conversión; de lo contrario, de pecadores se convierten en corruptos.

Una de las lecturas de la liturgia era un pasaje del Evangelio de Lucas (Lc 19:1-9) que relata el encuentro entre Jesús y Zaqueo.

"Y si he robado algo, devolveré cuatro veces esa cantidad"

La Biblia dice que, al entrar Jesús a Jericó, un residente del lugar llamado Zaqueo, hombre muy rico que era jefe de los cobradores de impuestos, sintió curiosidad por conocer a ese predicador al que la gente seguía. Como era muy bajo de estatura, y Jesús estaba rodeado por una multitud, trepó a un árbol. Cuando Jesús pasó por ahí lo vio y le dijo: "Zaqueo, bájate ahora mismo, porque quiero hospedarme en tu casa". El hombre bajó y con gran alegría recibió a Jesús en su hogar. Al terminar la comida, Zaqueo le dijo: "Señor, voy a dar a los pobres la mitad de todo lo que tengo. Y si he robado algo, devolveré cuatro veces esa cantidad". Y Jesús le dijo: "Desde hoy, tú y tu familia son salvos, pues eres un verdadero descendiente de Abraham".

Zaqueo, dijo el Papa, era "un corrupto: trabajaba para los extranjeros, para los romanos, traicionaba a su patria".

Y agregó: "Era uno más como los tantos dirigentes que nosotros conocemos: corruptos. Estos que, en lugar de servir al pueblo, explotan al pueblo para servirse a sí mismos. Hay alguno, en el mundo. Y la gente no lo quería. (Zaqueo) no estaba muerto. Estaba en estado de putrefacción. Verdaderamente corrupto. Pero sintió algo dentro: a este sanador (Jesús), a este profeta que dicen que habla tan bien, yo querría verlo, por curiosidad. El Espíritu Santo es astuto, ¡eh! Y ha sembrado la semilla de la curiosidad, y aquel hombre para verlo incluso hace un poco el ridículo. Piensen en un dirigente que sea importante, y también que sea un corrupto, un jefe de dirigentes – éste (Zaqueo) era el jefe – pero, subir a un árbol para mirar una procesión: piensen esto. ¡Qué ridículo!"

"¿Cristianos de corazón? Sí, todos. ¿Cristianos de alma? Todos. Pero, cristianos de bolsillos, ¡pocos!"

Sin embargo, "no tuvo vergüenza", siguió diciendo Francisco. Quería ver a Jesús y dentro de él "trabajaba el Espíritu Santo". Y después "la Palabra de Dios entró en aquel corazón y (...) el corazón cambia, se convierte". "Y así Zaqueo promete devolver cuatro veces cuanto había robado", dijo el Papa.

Y sobre esta historia bíblica concluyó: "Cuando la conversión llega a los bolsillos, es segura. ¿Cristianos de corazón? Sí, todos. ¿Cristianos de alma? Todos. Pero, cristianos de bolsillos, ¡pocos, eh! Pocos".

Luego recordó que Jesús fue criticado por ir a la casa de Zaqueo: "Viendo aquello, murmuraban: '¡Ha entrado en la casa de un pecador!': se ha ensuciado, ha perdido la pureza. Debe purificarse porque ha entrado en casa de un pecador'". Esos que criticaban eran individuos que en el fondo no querían la conversión.

Francisco también recordó el pedido de Jesús a los cristianos de Laodicea que habían caído en la "tibieza", que vivían en la "espiritualidad de la comodidad" y pensaban: "Hago las cosas como puedo, pero estoy en paz sin que nadie venga a molestarme con cosas extrañas".

"El Señor no ahorra palabras, les dice: 'Porque eres tibio voy a vomitarte de mi boca'"

Quien vive así – afirmó el Papa – piensa que no le falta nada: "Voy a Misa los domingos, rezo algunas veces, me siento bien, estoy en gracia de Dios, soy rico" y "no tengo necesidad de nada, estoy bien". Este "estado de ánimo – advirtió – es un estado de pecado: la comodidad espiritual es un estado de pecado". Con éstos el Señor "no ahorra palabras" y les dice: "Porque eres tibio estoy por vomitarte de mi boca", citó el Santo Padre.

Además, evocó el llamado de Jesús a los cristianos que "que viven de las apariencias", que se creen vivos pero están muertos. Y a ellos el Señor les pide que estén atentos y los "llama a la conversión":

"¿Yo soy uno de estos cristianos de apariencias? ¿Estoy vivo dentro?, ¿tengo una vida espiritual? ¿Siento al Espíritu Santo?, ¿escucho al Espíritu?", fueron las preguntas que el Papa instó a hacerse. Y exhortó a "convertirse", a ir "de las apariencias a la realidad, de la tibieza al fervor".

Finalmente, el Papa afirmó que la Palabra de Dios es "capaz de cambiar todo", pero "no siempre tenemos el coraje de creer (en ella), de recibir esa Palabra que nos cura dentro".