Las mujeres kurdas que cambiaron su vida para combatir a ISIS en Siria e Irak

Las unidades de combate femeninas, creadas por la resistencia kurda, reúnen a más de diez mil combatientes. Su papel es cada vez más fundamental en la lucha contra el Estado Islámico

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 AP 163
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Hace poco más de un año, Afshin Kobani era profesora. Ahora, esta mujer kurda de Siria ha cambiado el aula por las líneas del frente de la batalla por Kobane, ciudad fronteriza con Turquía que ha sido sitiada por los terroristas del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés).

La combatiente kurda de 28 años, que utiliza un nombre de guerra, expresó que decidió unirse a la lucha en su pueblo natal cuanto vio los avances de ISIS en Siria.

"Perdí a muchos amigos por esto, y decidí que necesitaba unirme", manifestó Kobani, que declinó revelar su nombre real. "Esta es nuestra tierra— nuestra— y si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo va a hacer?".

En una posición elevada al otro lado de la frontera con Turquía, la localidad siria de Kobane está bajo un intenso asalto del Estado Islámico desde hace un mes. La ciudad — rodeada por el este, sur y oeste por los yihadistas— está siendo defendida por las fuerzas kurdas en Siria.

Entre esos combatientes hay miles de mujeres, un fenómeno inusual en el mundo musulmán en que la guerra se asocia normalmente con la masculinidad. En abril, la resistencia kurda creó las unidades de combate femeninas que han crecido hasta agrupar a más de diez mil mujeres. Ellas han jugado un papel importante en las batallas contra el Estado Islámico, aseguró Naser Haj Mansur, un funcionario de defensa de la región kurda en Siria.

Estas mujeres combaten a insurgentes que predican una forma extrema del islam que dicta que las ellas solo deben salir de sus casas si es absolutamente necesario. A principios de este mes, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, que controla lo que sucede en Siria, reportó que yihadistas de ISIS habían decapitado a nueve combatientes kurdos, incluyendo tres mujeres, capturados en enfrentamientos cerca de la frontera con Turquía.

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Después de más de un año de lucha, Kobani ha ascendido de posición convirtiéndose en comandante de una unidad de género mixto. "Somos iguales a los hombres; no hay diferencias", dijo. "Podemos hacer cualquier tipo de trabajo, incluyendo la movilización armada".

Las mujeres kurdas en combate no son algo nuevo. Han luchado junto a los hombres durante muchos años en una guerra de guerrillas contra Turquía, en busca de la independencia kurda en un territorio propio que abarcaría partes de Turquía, Siria, Irak e Irán. La campaña para la independencia fue impulsada principalmente por grupos insurgentes de izquierda que defendían la igualdad de género, como el Partido de los Trabajadores del Kurdistán en Turquía.

Los atentados suicidas son desde hace mucho tiempo parte de las acciones de las mujeres combatientes en el campo de batalla.

A principios de este mes, Deilar Kanj Jamis, más conocida por su nombre militar Arin Mirkan, se inmoló fuera de Kobane matando a diez yihadistas del Estado Islámico, según las fuerzas kurdas. Haj Mansur, responsable kurdo de defensa, relató que sus fuerzas se vieron obligadas a retirarse de una colina estratégica al sur de la ciudad. Jamis se quedó atrás atacando a efectivos de Estado Islámico con disparos y granadas mientras avanzaban. Rodeada, detonó explosivos que llevaba enganchados a su cuerpo. La resistencia recuperó la posición — pero volvieron a perderla el miércoles.


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En Kobane, la hija del jeque Ahmad Hamo, Rukan, se sumó en la lucha por la independencia kurda a los 18 años y pronto fue enviada al Kurdistán iraquí, al norte del país. Esto fue hace ocho años. Durante seis no tuvo contacto con sus padres ni sus nueve hermanos. Su madre, Salwa Musa, viajó al norte de Irak en marzo del año pasado con la vana esperanza de ver a su hija.

Cinco meses después de eso, telefoneó a casa. "Cuando llamó, tenía un acento de las montañas. Su madre no la reconoció", afirmó Hamo. "Cuando hablamos nos sentimos felices, pero también lloramos".

El hermano de Rukan Hamo, Ferman, de 23 años, falleció en combate en Kobane este mes. Su hermana no llegó al funeral. Sus padres no saben cuándo, ni si volverán a verla.

En el polvoriento cementerio de la ciudad fronteriza turca de Suruc, se ha reservado una esquina para las bajas entre los kurdos sirios que luchan en Kobane. De los más de 30 muertos, diez son mujeres.

"No es extraño que las mujeres estén luchando", resaltó Wahida Kushta, una mujer mayor que hace poco ayudó a preparar el cuerpo de una combatiente de 20 años, Hanim Dabaan, pasa su entierro. "No hay diferencias entre un león y una leona".