Un triunfazo que sirve para llegar con mejor ánimo y demostrarle a Capiatá lo que es Boca

Pese al exitismo barato de los hijos, que más que festejar los triunfos propios se alegran de las derrotas de su papá (olvidándose de la mancha que no se borrará nunca más), Boca tiene con qué ir a dar vuelta la historia a Paraguay. Cuando está Gago el equipo es otro. Por él y por los cambios del "Vasco", se ganó un duelo clave. Pero ojo, a no repetir los horrores del fondo

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Boca estuvo a punto de traerse una derrota injusta de Mendoza. No porque Godoy Cruz no haya hecho méritos para ganar, sino más bien porque sus goles llegaron por exclusivos errores defensivos nuestros. Lamentablemente, Insúa jugó el peor partido de su vida y desde su sector (enganchado como un perejil) llegó el empate.

Arruabarrena se dio cuenta y lo sacó, pero el sector izquierdo siguió dando ventajas. El segundo error y gol fue por otro quedo de Colazo y un buen pase filtrado rival (aunque en offside). En pocos minutos se pasó de jugar un gran partido, con un Gago de Selección (con él, el equipo es otro), sobre todo el primer tiempo, a perder la brújula, sentirnos derrotados y con poco para ilusionarnos con dar vuelta la historia.

Sin embargo, el "Vasco" volvió a demostrar que estaba en su día con los cambios. Metió al "Burrito" Martínez, quien jugó el mejor partido desde que llegó, y a Calleri. Ambos fueron los autores de los tantos que dieron vuelta un partido clave y lograron un triunfazo en Mendoza.

Triunfazo, y no sólo porque seguimos con chances matemáticas en el Torneo -que sigo sosteniendo no es la prioridad-, sino más bien porque ayudó a cambiar el ánimo de un plantel que sintió el cimbronazo de haber perdido con Capiatá. Ahora, a demostrarles a los paraguayos lo que es Boca.

Mirá lo que será Boca que esa derrota generó que nuestros hijos eternos festejen más que su propio andar, que los tiene punteros e invictos. Y claro, siempre viendo lo que sucede con el papá. Igual, debieron haber ido al Obelisco por la tremenda goleada ante su nuevo clásico, Belgrano, con el que se vive un duelo aparte desde que este humilde elenco cordobés los mandó al descenso y nos permitió ser los únicos en no haber bajado de categoría nunca.

¡Vamos Boca! Aunque los hijos esperen una 'catástrofe', eso nunca nos va a pasar, ni siquiera quedando eliminados. Nunca vamos a igualar la que sí tuvieron ellos. Como lo dijo un tal Olave, "esa mancha no se borra nunca más".