Ricardo Canaletti: "No creo que la gente tenga más miedo por ver un asalto repetido todo el día"

El periodista de policiales de TN y El Trece habló con Infobae sobre la inseguridad y el rol de los medios de comunicación. Respondió a las críticas sobre el amarillismo y analizó la actualidad del crimen. "Hay situaciones políticas que promueven el delito", aseguró

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 Nicolás Stulberg 162
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Ricardo Canaletti es abogado, y aunque no ejerce esa profesión, conoce profundamente de leyes, jueces, letrados, víctimas y victimarios. Le gusta contar historias, pero no cualquier historia: crímenes, violaciones, estafas, robos. En definitiva, lo que realmente lo conmueve, y desde muy joven, es la crónica policial.

Su particular forma de relatar hechos violentos, sobre todo los más sangrientos y aberrantes, le alcanzó para ganarse un lugar en dos de los canales más vistos de la televisión argentina. A tal punto que algunos lo consideran el sucesor de Enrique Sdrech, figura del periodismo a quien conoció en 1986, cuando ingresó a trabajar al diario Clarín. Cinco años después, recuerda, fue su jefe, cuando quedó a cargo de la sección Policiales del matutino.

"Yo un hecho policial se lo cuento igual a mi mujer que a los televidentes"

Hoy conduce su propio programa, Cámara del Crimen, en la señal de cable TN. También oficia como columnista en ese canal y en el noticiero de El Trece, donde viene a ocupar el mismo lugar que aquél recordado "Turco", como lo llama con un cariño nostálgico. No le molesta la comparación, pero a Canaletti la fama le llegó en un tiempo muy diferente. Tiene una cuenta en Twitter y ya tuvo que abrir tres en Facebook, para poder sortear los límites de seguidores y "me gusta" que impone el joven Mark Zuckerberg.

- Muchos expresan a través de las redes sociales estar encantados con su programa o su columna en el noticiero, pero otros lo critican por su tono histriónico, lo tildan de amarillista, por mostrarse excesivamente enojado con jueces y funcionarios o por sus representaciones de la escena del crimen. ¿Adopta un personaje frente a cámara o es así como le sale?

Yo un hecho policial se lo cuento igual a mi mujer que a los televidentes. Si querés que te cuente un caso ahora me voy a posesionar. Es que si algo me indigna, me indigna, si me calentó, me calentó. Pero no todo me subleva. Hay quienes me critican por repetir mucho las cosas, pero es porque quiero que quede claro un concepto. Con relación a las puestas en escena, son para mostrar mejor un caso. Por ejemplo, cuando usamos la bañera en Cámara del Crimen fue para explicar lo ridícula que era la versión de la familia Belsunce. En cuanto al amarillismo, es una línea que no se debe traspasar. La idea es tocar y salir. A veces uno entra, no lo voy a negar. Es que no hay otra manera de describir una violación más que contando lo que contó la víctima. Y eso es amarillo. Pero lo ideal, insisto, es no entrar.

A pesar de ser un hoy hombre emparentado a la pantalla, Canaletti nunca abandonó la escritura. De hecho, acaba de publicar su sexto libro, Crímenes sorprendentes de la historia argentina. En él repasa algunos de los hechos policiales más escalofriantes que han ocurrido en estas tierras, desde los tiempos de la colonia hasta la década del 60.

-Teniendo en cuenta que para elaborar este libro y otros anteriores debió repasar la historia argentina a través de sus crímenes, ¿considera que hay un momento especial en relación a estos hechos sangrientos? ¿observa más violencia por ejemplo?

No, me parece que no. La ferocidad en el delito de sangre, la astucia en el delito de guante blanco o de poder se mantiene. Forma parte de la esencia de estas historias y de esas actividades. Lo que veo sí es una mayor cantidad, que va de la mano de las transformaciones sociales, políticas, y también de una mayor población. No es lo mismo la Buenos Aires de 1900 que la actual. Ojo, no estoy a favor de los que dicen que el delito ahora es más violento, que los pibes están descontrolados. Siempre pasó, quizás no con la misma frecuencia. Pero no advierto un momento especial del delito. Por ahí hay situaciones políticas que promueven algún tipo de actividad delictiva.

- Se modificó la cantidad o tiene que ver con la repetición constante y el alcance masivo de los medios de comunicación?

La cuestión de la repetición es algo que algún sector, incluso de notables criminólogos, señala como perjudicial. Creo que los hechos son lo que son y la cantidad es la que es. No me parece que la gente tenga más o menos miedo porque vea un episodio repetido desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la noche. Es más una muletilla que proviene de algún lugar interesado en atacar a los medios de difusión. Creo que el público tiene la capacidad de discernir que se trata siempre del mismo hecho. Muchas veces he visto reaccionar a alguien diciendo "no quiero escucharlo más porque esto ya lo vi", sin que ello le genere ninguna otra reacción subjetiva, como por ejemplo miedo. Falta estudiar todavía más esa cuestión, y para eso hace falta gente especializada.

- La semana pasada, previo al Encuentro de la mujer, se difundió un informe que indica que en la Argentina ocurre un femicidio cada 30 horas. ¿Cree que hay más casos de violencia de género que en el pasado o que son más frecuentes las denuncias?

En el libro, el lector se va a encontrar con casos que de ninguna manera, a priori, hubiesen sido catalogados como casos de violencia de género. Y lo fueron. Creo que han aumentado las denuncias y la toma de conciencia, que aún sigue siendo poca. Podría ser más si los gobierno acompañan esto con campañas. Es un problema muy serio que atraviesa todas las capas sociales.

"Cuando los medios se refieren a la inseguridad, lo que hacen es la ley del menor esfuerzo"

- Varios de los crímenes que usted retrata en el libro tienen una estrecha relación con el poder. Esto evidentemente es una constante....

Ha pasado en todas las épocas y en todas partes del mundo. Hasta el propio Guillermo Brown se interesó por un detenido y fue a pedirle al gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego, que le conmutara la pena de muerte por años de prisión. No me parece mal per se, depende de los personajes. Pero siempre ha habido influencias o intentos por parte del poder de influir en la Justicia. El poder judicial siempre ha sido la hermana más chica entre los tres poderes.

- ¿Qué papel juegan los medios respecto del tema que, según varias encuestas, más preocupa a la gente, que es la inseguridad?

Me parece que falta más análisis, y los que se hacen salen de la boca de un político. Es un tema que requiere de especialistas y no hay muchos en Argentina. Cuando un programa de televisión dedica un espacio al tema de la inseguridad, invita a alguien que ha sufrido un delito. Sin embargo, los programas que hacen Economía si van a hablar de inflación no invitan a un ama de casa, llevan a un economista. Pareciera que si hablamos de un hecho delictivo, con el relato de la víctima alcanza. No digo que no haya que escucharla, al contrario. Pero cuando los medios se refieren a la inseguridad, lo que hacen es la ley del menor esfuerzo, traemos a un tipo que la sufrió y allí lo mostramos. Me parece que no es la manera.

-¿Y cuál es la manera?

Hay que buscar mínimamente esclarecer un poco la cuestión. Si estamos hablando de que un ladrón entra por una puerta y sale por la otra, tengamos en cuenta que una cosa es la tentativa de robo, y otra es el robo consumado. Si yo no logré llevarme el botín, voy a tener una expectativa de pena menor que si yo me lo llevé. Porque el hecho está tentado, no está consumado. Una cosa es que yo le ponga los dedos en el bolsillo a un señor y le saque la billetera y otra muy distinta es que lo golpee o le apunte con un arma. Si no esclarecemos eso de entrada, que es básico, me parece que el aporte es nulo.

- Sin embargo usted muchas veces es crítico del accionar de la justicia

Uno se encuentra con casos en los que le parece que lo justo sería determinado fallo y finalmente no es lo que ocurre. Uno conoce los tejes y manejes anteriores, lo que pasa en un proceso penal, cómo se manejan determinados abogados y la manera de pensar de los jueces. Hay cosas que no me gustan y las digo. Fallos como el de Marita Verón, por ejemplo.

- Como abogado y hombre empapado en hechos policiales, ¿cree necesaria la modificación del Código Penal y el Código Procesal Penal?

Sí, en ambos casos. El Código Penal es necesario reformarlo porque hay que adaptarlo a la época moderna. Hay delitos que tienen que ver con la informática, con el medio ambiente. Incluso hay delitos tradicionales que hay que revisar. En cuanto a los procedimientos, hay que hacerlos más ágiles. Y la manera es, por empezar, terminar con el juez de instrucción y darle la potestad de la investigación a los fiscales. Lo dice alguien que no comparte en absoluto nada de lo que piensa, en derecho, (Alejandra) Gils Carbó, que es la jefa de los fiscales. Que las resoluciones se tomen de manera pública y oral me parece central. Los cambios van a ser resistidos porque no tenemos esta cultura, pero los procesos hay que hacerlos más cortos, orales para ganar tiempo, y con participación de la gente.

"Existe una relación rating-morbo en la televisión"

Canaletti tiene una indudable vocación por el periodismo, pero hay algo que evidentemente lo atrapa, lo apasiona de los hechos policiales. Le gusta contar ese tipo de historias porque le interesa indagar sobre el comportamiento de alguien que va "al extremo". Acaso sea por influencia de la novela negra que leía vorazmente en su juventud: Poe, Chandler, Walsh. Relatos en los que siempre se devela un culpable y un inocente. "Ese misterio me atrapa", dice.

Sin embargo hay otro componente más que tiene que ver con el poder que detentan los gobiernos, los democráticos y los otros. "Los derechos humanos son para defenderse del Estado, no del ladrón de la esquina", reflexiona. "Tenemos que estar protegidos porque el aparato del Estado provoca mucha muerte. Las fuerzas de seguridad deben estar a la altura. Sería interesante controlarlas, marcar sus abusos. A mí ya casi no me quedan fuentes policiales, debo confesar. Pero hoy tenemos otro tipo de fuentes disponibles", señala.

- Siguiendo con la lógica televisiva. Muchas veces se muestran o se dicen cosas en TV que exceden los límites del buen gusto, sobre todo cuando se trata de menores. ¿Cree que hay una relación rating-morbo un tanto descontrolada?

Es una respuesta complicada, pero quiero darla. Sí, hay una relación. Yo trato de evitarla. He contado grandes historias sin necesidad de recurrir al lenguaje obsceno o denigrante. Otras veces usé esas palabras y reconozco que hay que cuidarse un poco más. A veces, la mala palabra pega justo y tiene que ver con lo que estás contando, pero hay otras veces que no. Hay que evitarlo, pero no descarto el lenguaje obsceno en la medida en que lo que diga sirva para que el relato sea fiel y se entienda de lo que estoy hablando. Sucede mucho con los delitos sexuales. En el caso de Nora Dalmasso es exactamente eso, y es complicado contarlo a las cinco de la tarde.

Cámara del Crimen se emite todos los sábados a las 15 por TN. Por su estilo, es alabado y criticado casi en igual medida. Pero independientemente de lo polémico que pueda resultarle al público, es uno de los programas más vistos de la televisión por cable durante los fines de semana. Sin embargo, lo que Canaletti prefiere destacar no es el nivel de audiencia, sino de dónde provienen las ideas que se emiten en él. "El programa no tiene guión. El guión está acá", dice y se toca la frente con la punta de su dedo índice.