Fuimos ofensivos en el Monumental; pero al sentido común

Almirón fue a atacar a River, pero con más defensores que delanteros. ¿Conclusión? Un equipo sin profundidad en ofensiva y parado a mitad de camino para cubrir los espacios. Faltó movilidad para abrir al rival e inteligencia para esquivar el palo por palo. Como si ésto fuera poco, al 'capitán' sólo le faltó ponerse la banda cruzada

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"Los vamos a ir a atacar". Técnicamente Jorge Almirón no se traicionó. Entre sus dichos y lo expuesto en el campo de juego no hubo diferencias. Claro, esto teniendo en cuenta que jamás explicó que iría a "atacar" con cinco defensores, cuatro de ellos marcadores centrales y tres de los mismos jugando en posiciones que no son las habituales -Breitebruch como carrilero por derecha, Villalba de lateral volante en la izquierda y Ojeda en la función de primer marcador central-.


Ya se habían consumido varios minutos de la primera etapa y el técnico se enojó con Breitenbruch "porque no pasaba al ataque". ¿Es culpa del pibe? Jamás fue carrilero. Tampoco tiene vocación ni idea ofensiva. Sus condiciones son de marca.


Entonces, entre el "los vamos a ir a atacar" y "Breitenbruch no pasa al ataque", quedan al descubierto las equivocaciones del entrenador. Si la idea es ser ofensivo, los nombres tienen mucho que ver. Y esa situación la dejó al descubierto cuando en el entretiempo recurrió a Pizzini para intentar equilibrar las cosas. Pero esta vez la suerte, y los árbitros, no estuvieron de su lado.


Porque, parafraseando al funcionario de la AFIP que realizó el allanamiento en la casa de Lunati y dijo que ese sector parecía el 'Monumental', el partido se jugó en el baño del juez. Y, al parecer, el papel higiénico lo molestó para ver la mano de Maidana. O el agua caliente lo hizo saltar hacia el disparo de Mancuello adentro del área. Y el vapor le impidió marcar correctamente faltas menores.


Igual, él no es el culpable ni por casualidad, a pesar del error que tuvo en un punto cúlmine del partido. Uno de los principales responsables del quiebre en este partido es el capitán del equipo, Cristian Tula. Seguramente en la semana salga a aclarar que "los errores son de todos, pero siempre lo señalan a él", como siempre, palabras más, palabras menos, afirma cuando se manda una macana más grande que el mismísimo Monumental. Hoy otra vez tuvo una pifia de un novato. Y van... Mejor démosle la cinta a Mancuello que la merece más.


Pero bien, ¿cuáles fueron las principales fallas a nivel colectivo? En ataque, la movilidad y la vorágine; en defensa las desatenciones y los enormes espacios al descubierto para que ellos saquen provecho. Aunque en esta ocasión hay que hacer hincapié en la primera faceta, ya que la otra es una constante en todos los juegos.


A la hora de buscar el arco rival, Independiente se mimetizó con el ritmo de River y jamás pudo bajarle una marcha al trámite; se metió en el golpe por golpe a pura velocidad y ése no era el negocio. Con esa situación quedaron expuestos, muy, los dos carrileros y el cinco. Además, fue evidente la falta de movilidad para darle opción de pase al compañero. Muchos se jugaron al espacio vertical, pero nadie daba la chance de jugar en horizontal -especialmente en el primer tiempo-; entonces River presionaba, tomaba a los dos que se paraban en los vértices de la pelota y salía rápido al arco contrario agarrando al equipo a contrapié.


Pizzini y Pisano no influyeron; ni Vangioni ni Mercado debieron correrlos a ellos sino que fue al revés. ¿La manera? Los marcadores de River los obligaban a recibir de espaldas y apurados, generando que la bocha quede de frente para Villalba y Breitenbruch; quienes terminaban ahogándose en una personal sin sentido o lanzando un pelotazo.


Resultados aparte, es muy lindo volver a vivir un clásico con este marco, esta expectativa y estas características. Un River-Independiente más cercano a épocas doradas que a las paupérrimas últimas décadas. La admiración para un equipo, como el de Gallardo, que vuelve a despertar las esperanzas para los que vemos en el fútbol un espectáculo, antes que cualquier otro ítem.