Axel Kicillof: un ministro que embiste por igual a empresarios, banqueros y funcionarios

En sus nueve meses al frente del Palacio de Hacienda, el joven economista acaparó el manejo de varias dependencias oficiales y se enfrentó con dureza a empresarios, banqueros, e incluso al presidente del BCRA

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Una de las características que muestra hasta el presente la corta gestión de Axel Kicillof al frente del Ministerio de Economía es que el joven funcionario se ha caracterizado por esmerilar a una gran cantidad de funcionarios, pero también por embestir muy fuerte contra los principales empresarios de la República Argentina, entre los que se destacan Héctor Méndez, Juan José Aranguren y Jorge Brito.

Entre las víctimas del ministro están el juez Thomas Griesa y el mediador Daniel Pollack, quien fue nombrado por aquél para que solucionara el problema entre los holdouts y el Gobierno. Kicillof prácticamente los tildó de ser alter egos de los holdouts y favorecerlos en el litigio que condena al gobierno argentino a pagar una sentencia por unos 1.650 millones de dólares.

La última embestida de Kicillof contra los empresarios privados fue hace dos semanas cuando en una conferencia de prensa en el Palacio de Hacienda cargó contra el presidente de la UIA Héctor Méndez y mandó a los empresarios argentinos a visitar al psicólogo. "A mí muchas veces me mal predispone el hecho de que puertas adentro somos todos amigos, se van para afuera y aparecen las quejas, para los problemas reales hay que aportar planes y propuestas; para las dificultades inventadas, el psicólogo", señaló apuntado a las declaraciones de Méndez, quien se había quejado ese día por la falta de competitividad del dólar.

Kicillof embistió contra referentes empresarios como Méndez, Aranguren y Brito

En tanto el 31 de julio pasado, luego de regresar de Nueva York, abortó un probable acuerdo que los banqueros argentinos mantenían con los holdouts para comprar la sentencia. El ministro atacó en términos muy duros al presidente de ADEBA (Asociación de Banco Privados de la Republica Argentina), Jorge Brito, y también a Juan Carlos Fábrega, el presidente del Banco Central. Kicillof se había sentido desplazado de las decisiones cuando el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y su ahora enemigo, el presidente del BCRA, a pedido de la Casa Rosada, solicitaron a un grupo de bancos y empresarios liderados por Brito y Eduardo Eurnekian que intervinieran en la negociación que conducía el jefe de Hacienda.

Esa tarde Kicillof manifestó que "ser generoso con la plata de otro es malo, con la de todo un pueblo es peor y además quieren pagar con plata de los ahorristas. Y lo que nadie sabe es que lo hacen con plata de los ahorristas, con el dinero del fondo de garantía para depósitos de SEDESA" y luego desafió a los banqueros a que compren la sentencia con plata de su bolsillo. "Puede haber una actitud patriota, pero les interesa porque hay plata de por medio", agregó el ministro.

Así, dinamitó la posibilidad de un acuerdo que los privados en ese momento negociaban para evitar que Argentina cayera en un nuevo default. Según supo Infobae, Kicillof y sus colaboradores mantenían negociaciones secretas con bancos como JP Morgan y Goldman Sachs y el ministro se molestó mucho con la intervencióin de Brito y Fábrega. Habrá que preguntarse por qué el día anterior por la noche, cuando Kicillof estaba en Nueva York, una fuente del Ministerio de Economía anunció que "en minutos" se iba a producir "un anuncio de un acuerdo entre privados" que nunca llegó.

"El Gobierno no se opone a un acuerdo entre privados y si los bancos quieren poner plata, pero de la suya, el Gobierno no se opone", señaló el ministro en una conferencia de prensa desde Nueva York.

Entre los empresarios atacados por Kicillof figura el presidente de Shell José María Aranguren, a quien el funcioario y su viceministro Emanuel Álvarez Agis culparon de la devaluación de enero pasado. Una devaluación del peso frente al dólar que fue ordenada por la presidente Cristina Kirchner al presidente del BCRA, Juan Carlos Fábrega, mientras Kicillof se negaba a devaluar y a aumentar las tasas de interés, como finalmente hizo Fábrega para evitar una mayor pérdida de reservas internacionales del Central.

A la par de su ascenso, históricos funcionarios kirchneristas debieron dejar sus cargos

Kicillof y Álvarez Agis responsabilizaron a Aranguren de una conspiración para devaluar a través una compra compulsiva de dólares. La increíble versión daba cuenta de que el 23 de enero, la empresa ordenó a los bancos HSBC y Citi la adquisición de unos u$s6 millones a su nombre, a una cotización de $8,40, cuando la divisa mayorista se estaba negociando a 7,14 pesos. Según la versión oficial, esa posición compradora habría empujado el precio del billete por encima de los 8 pesos. La jornada terminó a 7,75 pesos. Ni Kicillof ni su viceministro consideraron que el valor del dólar que se oferta en el mercado cambiario lo fija el BCRA, incurriendo en un grosero error técnico. Luego el valor del dólar oficial se ubicó en los 8 pesos, devaluándose el peso un 20% en solo tres días.

Para el final quedan los funcionarios que se "llevó puestos" el ministro en su gestión. En primer lugar, a su antecesor Hernán Lorenzino, a quien comenzó a esmerilar desde su puesto de viceministro desde que ambos asumieron el 10 de diciembre de 2011, en el segundo mandato de Cristina Kirchner. Luego como ministro de Economía a partir del 21 de noviembre del año pasado, Kicillof hizo echar a su ex amigo, el hasta entonces intocable Guillermo Moreno, de la Secretaría de Comercio Interior, y a Mercedes Marcó del Pont de la presidencia del BCRA.

Luego se encargó del desplazamiento del secretario de Energía Daniel Cameron. La cartera se encontraba bajo la órbita del ministro de Planificación Julio de Vido, quien hasta ahora pudo resistir en su puesto.

Al parecer las ansias de ministro superpoderoso pueden extenderse en el futuro y presionar a la
Presidente para que le confíe la Jefatura de Gabinete, hoy en manos de su ex socio Jorge Capitanich. El gobernador chaqueño podría ser otra de las grandes víctimas de la gestión de Kicillof, quien además aspira a manejar el BCRA con el desplazamiento de su actual presidente, a quien le atribuye intenciones de una devaluación aun más profunda en el futuro, mientras la sensación de un país en el default aumenta.