Christophe Krywonis, el jurado de MasterChef: "Soy un osito de peluche, bueno pero bruto a la vez"

Luego de la final del reality del programa de Telefe, el chef habló de su trabajo y su carrera en la cocina

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Además de generar una fiebre por la comida y los platos elaborados, MasterChef convirtió en estrellas a sus jurados, Donato Di Santis, Germán Martitegui y el francés Christophe Krywnonis. Este último fue generó amores y odios, entre ese trato casi paternal con Elba -la ganadora del certamen- y su seriedad para liquidar las recetas de los participantes.


En una entrevista con Guía Óleo, el chef galo habló del perfil que mostró frente a cámara. "En realidad soy un osito de peluche: bueno, pero bruto a la vez. Lo que pasa es que soy serio, y no tengo problema en decir que un plato está como el culo. Y yo ante todo siempre quiero ser honesto, y ser honesto implica lo bueno y lo malo, y a veces puede ser duro", explicó Christophe, de 49 años.


No le costó reconocer que MasterChef "es un show", pero rápido aclaró que hay un aprendizaje: "El tema es que son 17 programas, y una carrera se hace en años. Acá los participantes ven un pantallazo de lo que es la cocina profesional. En MasterChef si la comida no es rica te vas. En las redes sociales está la idea de que hay favoritos, pero no es cierto. Si te fijás, todos querían sacar a Laura del programa, pero siguió ahí, porque está bueno lo que hace". Además, defendió al ciclo conducido por Mariano Peluffo de las críticas que recibió: "Los que cuestionan MasterChef como programa de cocina están equivocados, es un reality de cocina. Pero si les provoca ganas de comer rico a millones de personas, ¿cómo puede estar mal? La gente cuando mira MasterChef tiene ganas de cocinar. ¿Millones de personas con ganas de cocinar como resultado de este programa? Es genial".


Christophe cocina por su abuela Memé. Vivió con ella luego de la separación de sus padres y cuando la tuvo cerca tomó todos los conocimientos. "Era una gran cocinera, cocinaba de todo; tartas, terrinas, postres, salsas, platos de todo tipo. Además, era una gran persona, una persona muy buena. Buena como poca gente vi en mi vida. Fue ella la que, sin saberlo, me inculcó el placer por las cosas sencillas. Mis primeros recuerdos ligados a la cocina son de esa época; levantarme a la mañana temprano y preparar el pan, las medialunas para mi mamá, mi hermana y mi abuela. Nunca cociné con mi abuela, pero aprendí mirándola", aseguró.


Según sus palabras en la entrevista, su profesión le dio herramientas que no sólo aplica en la cocina. "Yo me había ido muy chico de mi casa, y mi mamá se preocupaba, pero había quedado algo muy claro: mi vida la voy a hacer yo. Se asustaron un poco todos, pero lo bueno es que la profesión que había elegido me había obligado a ser más recto que otras profesiones. La exigencia de la cocina me educó, me dio una conducta que me sirvió en la vida", señaló antes de agregar: "Podés divertirte, podés viajar, pero para hacer bien tu trabajo no tenés que estar borracho, ni fumado, ni drogado, tenés que estar cocinando. Yo he fumado mi porro como cualquier otra persona, pero en el trabajo no, yo no puedo. Soy muy hombre, puedo hacer una sola cosa a la vez. Si me divierto, me divierto, pero si estoy cocinando, estoy trabajando, y no puedo estar de joda. No soporto a la gente que no respeta su trabajo. Podés ser un loco, pero cuando cocinás no jodas".


Luego de trabajar en varias ciudades del mundo, aterrizó en la Argentina en 1989 por una propuesta laboral para acompañar a Francis Mallmann en Las Leñas: "Llegué a la Argentina sin hablar español, y pensando que todo era el Caribe. Me impactó la sociedad; para mí eran todos coyas. El segundo impacto fue la grandeza geográfica del país. Tener 200 kilómetros rectos en Francia es imposible. El paisaje me pareció increíble. Mi primera noche no la voy a olvidar jamás: ¡me cagué de frío! Yo llegué con mi camisa hawaiana y en ojotas, pensé que me iba a La Pampa y no tenía idea geográfica alguna de la Argentina, pensé que era todo calor, y llegué a Las Leñas un 1 de junio, muerto de frío".


Para él, su carrera es todo y se animó a poner en riesgo su salud con tal de no dejar la cocina: "Nunca se me pasó por la cabeza dejar la gastronomía. Hace un tiempo me dijeron que me tenía que operar del estómago, y no lo hice por eso. Operarme significaba alejarme de la gastronomía. Me tenían que hacer una reducción del estómago, que te saca el hambre pero también te saca el placer de comer. Decidí dejar de lado la operación y optar por un cuidado más personalizado de mi salud. Si no tuviese opción creo que optaría por otra artesanía, algo que tenga que ver con la naturaleza y también con la creatividad".