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El mejor jugador de arcilla de todos los tiempos se llama Rafael Nadal y difícilmente alguien pueda superarlo. Se encargó de superar a Bjorn Borg, el mismo que hoy le entrega la copa 40 años después de su primera conquista en la capital francesa.
El tenista mallorquín aumentó su récord a 66 victorias y una derrota desde 2005. Ese año nació la leyenda, el nuevo Rey de París. Volvió a ganar en 2006, 2007 y 2008 para ser cuatro veces campeón de forma consecutiva como Borg. Y precisamente un sueco, Robin Soderling, en 2009 fue culpable de no permitirle ganar su quinto trofeo al hilo.
Roger Federer aprovechó para festejar ante la ausencia de "Rafa" en la final. Pero el suizo, luego tuvo que hacerse la idea de que no volvería a festejar en el Abierto de Francia.
En 2010 volvió a festejar Nadal. Esta vez tomándose desquite de Soderling, la bestia negra de Federer en cuartos de final. El español mantuvo su buena racha en las finales de 2011, 2012 y 2013, año en el que regresó tras una larga inactividad por una lesión en las rodillas.
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En Francia se depositaba la gran oportunidad de Novak Djokovic para volver a la cima perdida del ranking, pero "Nole" volvió a cruzarse con el amo de París como en la final de 2012 y semifinal de 2013.
El serbio se transformó en el gran rival en la carrera de Nadal y dueño de sus mayores disgustos en el circuito, pero en Roland Garros sólo sufre desencuentros ante un Nadal que en tierra batida ganó 89 partidos sobre 90 jugados a cinco sets.
La leyenda de Nadal crece año a año, Roland Garros a Roland Garros. Juega en el Philippe Chatrier como si fuese el patio de su casa y no se cansa de ganar. El uno del mundo en algún momento lo volverá a perder, pero eternamente será recordado como el Rey de París.