Breve historia del Vía Crucis, de Jerusalén al Coliseo

Este viernes, el papa Francisco presidió la ceremonia en Roma. La tradición es el resultado de una larga historia

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AFP
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Después de tres siglos de discriminación, terminados con el Edicto de Milan en el año 313, los cristianos deciden reunirse cada año en Jerusalén para emular en Semana Santa el camino hecho por Jesús antes de morir. El gesto fue para los peregrinos de entonces la mejor forma de rendir un homenaje al que había muerto por ellos.

Sin embargo, hasta el siglo XII, no existe ningún escrito que fije las características del culto. Fueron los Franciscanos quienes, a lo largo del siglo XIV y XV, imaginaron y difundieron la celebración del Vía Crucis como lo conocemos hoy. La orden habían obtenido en 1342 la custodia de los lugares más preciados de la Tierra Santa.

En 1686, la tradición se extiende a los fieles más humildes, aquellos que no pueden viajar a Jerusalén. El papa Inocencio XI concede a los Franciscanos el derecho de aplicar las etapas de la Vía dolorosa en sus iglesias, con las respectivas Estaciones. En 1731, el derecho es ampliado por el papa Clemente XII, que las fija definitivamente en en catorce.

En 1742, el papa Benedicto XIV exhorta a todos los sacerdotes a enriquecer sus iglesias con "el rico tesoro de las Estaciones de la Cruz".

Siete años después, el mismo papa declaró al Coliseo de Roma casa de todos los santos. Ordenó entonces la construcción de un Vía Crucis alrededor de la arena, "impregnada de la sangre de los mártires" cristianos que murieron durante el Imerio. Es allí donde el Papa celebra tradicionalmente el Vía Crucis.

La tradición indica que se debe caminar en grupo dentro de un recorrido que rememora las etapas de la pasión del Cristo. En cada Estación se hace una oración, la lectura de un fragmento del Evangelio y un canto.

En 1991, Juan Pablo II reforma las Estaciones con la intención de acercar ecuménicamente a todas las confesiones cristianas. El nuevo Vía Crucis consta de 15 estaciones (en vez de 14) basadas en el nuevo testamento, se inicia con la oración de Jesús en el huerto de Getsemaní y finaliza con la Resurrección de Cristo. No obstante, la forma tradicional sigue siendo la más practicada por las iglesias.

Según la regulaciones actuales sobre las indulgencias, las Estaciones de la Cruz se pueden hacer durante todo el año, pero son especialmente significativas durante la Cuaresma y el Viernes Santo. La intención de la tradición es recordar a los fieles el llamado de Cristo a los mártires para que sigan sus pasos.