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Carlos Ramírez (65)
dormía profundamente en su departamento de Villa Santa Cruz del Lago, en la provincia de
. Había estado dos días de guardia trabajando como psiquiatra. Apenas pasadas las ocho de la mañana se despertó sobresaltado al oír los gritos de su hijo Damián, que golpeaba insistentemente la puerta de la casa.
Los vecinos del complejo ubicado sobre la Ruta 38, en el valle de Punilla, escuchaban la voz del joven de 32 años, que llegó desde la capital provincial, donde vive, con intenciones que, sospechaban, no eran buenas. Con quién estará, con quién estará, se preguntaba a sí mismo mientras esperaba que su padre le abriera la puerta. Caminaba como un loco por el pasillo y hablaba solo, comentó una mujer que vio lo que ocurría.
Desquiciado, Damián se trepó a una baranda para golpear la ventana. Su padre le advirtió que se fuera porque lo iban a meter preso. Al cabo de unos minutos, reventó la puerta de una patada. Carlos Ramírez se asomó y el hijo pudo entrar por la fuerza.
Fueron unos pocos segundos de discusión y luego el silencio. Enseguida se oyeron los gritos del psiquiatra pidiendo auxilio. Caminó por el pasillo y se desplomó. Un vecino corrió para asistirlo y lo vio bañado en sangre. Acababa de recibir 10 puñaladas en su cuerpo.
Según el fiscal de instrucción de Villa Carlos Paz, Ricardo Mazzuchi, quien quedó a cargo del caso, es "evidente que el asesino tiene un desequilibrio psiquiátrico". Pero habrá que investigar qué tipo de enfermedad mental padece el acusado para determinar su responsabilidad en el hecho.
Como hecho delictivo estaría esclarecido, pero restan un montón de medidas que deberemos ir tomando, aseguró el fiscal al periódico cordobés. "Según las pericias llegaremos a determinar qué tipo de problemas tenía.
Algunos testimonios señalan que esta persona (por Damián) debería haber sido internada en un establecimiento psiquiátrico, pero esta se negó, aseveró.