Argentina 1978: Proceso de Reorganización de la Selección Nacional

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"Se comunica a la población que, a partir del día de la fecha, el país se encuentra bajo el control operacional de la Junta de Comandantes Generales de las Fuerzas Armadas...". Escalofriantes y crudas palabras del Comunicado N° 1 de la Junta Militar comandada por Jorge Rafael Videla, quien plantó la incertidumbre y el terror desde ese preciso momento. Durante ese 24 de marzo de 1976 –fecha tan grabada en la memoria de los argentinos-, la Selección se ponía a prueba en un amistoso ante Polonia en Chorzow, preparativo para el Mundial que se llevaría a cabo en territorio nacional, dos años después. Fue victoria 2-0, en uno de tantos partidos que compusieron la gira europea.

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La organización de una cita tan importante les permitía a los militares demostrar que en el país reinaba la paz. Callaron gritos, derramaron sangre y generaron dolor por doquier. También se invirtieron millones de dólares, engrosando la deuda externa en pocos meses, mientras el vicealmirante Carlos Lacoste (autoridad del Ente Autárquico Mundial 78 y funcionario de la FIFA) intentaba convencer a Dante Panzeri de las bondades de la Junta y las buenas intenciones del sueño mundialista.

El equipo estaba clasificado de antemano por ser anfitrión, pero César Luis Menotti dispuso de todo el tiempo necesario para probar, ensamblar y aceitar su esquema. Como todos, debió hacer frente a las críticas de los periodistas y poco a poco fue convenciendo al grupo del poderío y jerarquía propia. De que se podía estar a la altura de los europeos, pese a los complejos de inferioridad con los que se había cargado en Copas anteriores. En medio, las renuncias de Hugo Gatti y Jorge Carrascosa (capitán hasta poco tiempo antes del debut en el Mundial, en desacuerdo con los dictadores). Por primera vez en la historia, los preparativos y previsión estuvieron a la altura de las circunstancias.

La "Albiceleste" integró el Grupo A, compuesto también por Italia, Francia y Hungría, quien fue el primer rival. La ansiedad y nerviosismo fue tal en el conjunto del "Flaco" que, a los 10 minutos, ya estaba 0-1 en el Monumental. Fue fundamental que Luque hallara la paridad instantes después, como para devolverle el color y la temperatura a las más de 70 mil almas que deliraron con el gol del triunfo de Bertoni, cerca del final, tras una jugada hecha con el "Beto" Alonso (ambos habían ingresado en el complemento), un mimado por Lacoste, quien lo había 'recomendado' a Menotti.


En el mismo escenario, la Selección se impuso ante los galos, cuatro días más tarde. Pero no le fue nada sencillo: Passarella –de penal- abrió la cuenta para los locales, pero Michel Platini ponía las cosas como al comienzo. Cuando promediaba la etapa final, otra vez apareció en escena Luque, uno de los héroes del campeón, que se repuso a una fractura en su brazo derecho en este match y a un quiebre emocional: perdió en un accidente automovilístico a su hermano, después de este encuentro.


Rozagante de confianza, el elenco argentino salió a llevarse por delante a la durísima Italia, que lo dejó sin localía por el tanto de Roberto Bettega, autor del 1-0 y de hacer quedar en Núñez a todos los asistentes boquiabiertos. El plantel ordenó las valijas y se encaminó rumbo a Rosario para jugar la Segunda Fase, ya que quedó en el segundo lugar de la zona y no contó con el privilegio de seguir en Buenos Aires. Allí lo esperarían en el Grupo B de la mencionada instancia, Polonia, Brasil y Perú.

El cambio de aire le vino bien a Kempes, quien se sintió como en casa en el Gigante de Arroyito, pese a que militaba en ese entonces en el Valencia español (fue el único que provino de afuera, ya que Osvaldo Piazza –en Francia- se había autoexcluido por problemas personales y "Quique" Wolff –en Real Madrid- no habían sido parte de la convocatoria final). El "Matador" fue figura en las dos áreas e hizo mover las redes dos veces, para iniciarse como el máximo artillero del certamen.

Fue ante Polonia. Había pasado poco más de un cuarto de hora cuando el cordobés facturó tras un centro cerrado de Bertoni. Más tarde, 'enmendó' -a medias- un error de Fillol y cuando Lato ya se encaminaba a festejar el empate, despejó la pelota sobre la línea del arco con su mano. El juez Eriksson otorgó el penal, pero ni siquiera lo amonestó. El "Pato" se reivindicó y contuvo el tiro displicente de Deyna. La entrada de Villa (por obra del destino fue parte de la delegación, antes que Diego Maradona) hizo recobrar el aire a un equipo argentino asfixiado que selló la cuestión tras una gran maniobra de Ardiles que culminó con una exquisita definición del '10' argentino.


No era para menospreciar el equipo polaco, que en esa época tuvo el mejor cuadro de su historia y daba que hablar tanto en los Mundiales como en los Juegos Olímpicos. Pero el choque con Brasil era otra historia, una cita clásica que podía encaminar a uno u otro. Se abusó de la pierna fuerte, se jugó con dientes apretados durante los 90 minutos pero el tanteador permaneció inmóvil. Fue un 0-0 que dejó mejor parados a los "Verdeamarelhos", que habían goleado a Perú 3-0 y tenían una mejor diferencia de gol para definir en la fecha final. Derrotarían 3-1 a Polonia y esperarían.


Las opiniones y voces están divididas: algunos peruanos acusaron que hubieron "cosas raras" en la previa al Argentina-Perú que terminó con el abultado 6-0 local (necesitaba ganar por diferencia de cuatro tantos para clasificarse a la final). Sí se confirmó el revuelo que generó la presencia de Videla en el vestuario incaico, para "desear suerte" a los presentes. ¿Mensaje subliminal? Varios mitos rodean al desarrollo de un encuentro que, para desgracia de los futbolistas argentinos, siempre quedará bajo el ojo de la sospecha, debido a los intereses políticos de los gobernantes de turno.

Con sus conversiones, Kempes y Tarantini tranquilizaron al público celeste y blanco, que había sufrido por demás con un tiro en el palo de Oblitas. Ya en el complemento, otra vez el "Matador" estiraría la ventaja y Luque otorgaría la necesaria como para asegurarse el pase a la siguiente y decisiva instancia. Pero por si hacía falta, Houseman y nuevamente el bigotudo delantero de River redondearían la goleada. El equipo que se basaba en una columna vertebral compuesta por Fillol, Passarella, Gallego y Kempes, a los que se les sumaban Olguín, Galván y Tarantini en la defensa, Ardiles, Larrosa, Valencia o Alonso en el medio, y Houseman, Bertoni, Luque y Ortiz arriba, ¡estaba en la final!


No era fácil sacarse los propios prejuicios frente a un contrincante que venía de ser su verdugo en la cita anterior. El 4-0 de la "Naranja Mecánica" todavía estaba fresco en la memoria y, pese a que la máxima figura, Johan Cruyff, no iba a estar presente (sufrió un robo meses antes y decidió estar junto a su familia), Holanda llegaba afilada y con sed de revancha, tras la final perdida con los alemanes en Munich, cuatro años atrás. En el Monumental sería la gran batalla consagratoria.

En la salida de los equipos a la cancha, millones de papeles. Seguramente alguno haya sobrevolado cerca de la ESMA, donde había detenidos y torturados por el régimen dictatorial. Pero los gritos pasionales de los hinchas sonaban más fuertes que los de los recluidos y la pelota no se detuvo. Emociones fuertes se gestaron dentro y fuera de las canchas en ese entonces, en lo que fue el período más nefasto de la historia Argentina. Paradójicamente, la sangría más grande de todos los tiempos coincidió con la fecha en la que el fútbol de nuestro país tocó el cielo.


Ambos habían contado con ocasiones de gol, pero el score permanecía en cero. A Kempes se la punteó Luque y el "Matador" se metió en el área, anticipó la salida del arquero Jongbloed y señaló el 1-0. Videla se alistaba para alzar la copa con sus laderos, cuando Nanninga saltó más alto que toda la defensa "albiceleste" y estampó el 1-1, a falta de 8 minutos para el pitazo final. A más de uno se le habrá parado el corazón cuando Rensenbrink estrelló la pelota en el palo derecho de Fillol, cuando las agujas del reloj ya habían pasado hacía segundos los 45 del complemento.


Con puro empeño y garra, el cuadro de Menotti supo cómo reponerse ante la adversidad y de la mano de Kempes, quien se llevó puesta a toda la defensa holandesa, nuevamente se puso arriba. Ya en la segunda etapa del suplementario, una pared corajuda entre el de Valencia y Bertoni le dejaría el arco libre al delantero de Independiente, quien desataría la alegría y euforia en Núñez y todo el país. Sí, por primera vez en la historia ¡Argentina campeona!

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Será difícil no emparentar el título con la presencia en Núñez de los asesinos que gobernaban, pero nada podrá empañar la magnífica actuación argentina, que puso de rodillas a todos y marcó una época. A partir del '78 la Selección pasó a ser la debilidad de jugadores, hinchas y medios. Pasó a ser 'cosa seria'', gracias a Menotti y sus muchachos.

PLANTEL ARGENTINO EN EL MUNDIAL 1978:

  • Arqueros:

3. Héctor Baley (Huracán)


5. Ubaldo Fillol (River)


13. Ricardo La Volpe (San Lorenzo)



  • Defensores:

7. Luis Galván (Talleres)


11. Daniel Killer (Racing)


15. Jorge Olguín (San Lorenzo)


17. Miguel Oviedo (Talleres)


18. Rubén Pagnanini (Independiente)


19. Daniel Passarella (River)


20. Alberto Tarantini (Libre)



  • Mediocampistas:

1. Norberto Alonso (River)


2. Osvaldo Ardiles (Huracán)


6. Américo Gallego (Newell's)


8. Rubén Galván (Independiente)


12. Omar Larrosa (Independiente)


21. José Valencia (Talleres)


22. Ricardo Villa (Racing)



  • Delanteros:

4. Daniel Bertoni (Independiente)


9. René Houseman (Huracán)


10. Mario Alberto Kempes (Valencia)


14. Leopoldo Luque (River)


16. Oscar Ortiz (River)