"Preliminarmente (hubo) entre 100 y 150 detenidos, sin contar otras formas de hostigamiento o actos vandálicos. Hubo mucha violencia policial a lo largo del país", dijo este miércoles a EFE vía telefónica el vocero de la comisión, Elizardo Sánchez.
El activista de la Comisión Cubana de
Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN) afirmó que la represión fue
particularmente tangible en La Habana,
Holguín, Santiago de Cuba, Villa Clara y en Pinar del Río, y agregó que el
grupo continúa "completando los datos" y verificando los nombres de
los detenidos.
Sánchez denunció que ayer martes las autoridades "cortaron" todos los teléfonos
fijos y celulares de los disidentes y muchos quedaron incomunicados, por lo
que se les ha dificultado conseguir datos definitivos de los episodios de
represión.
No obstante, indicó que la mayoría de los
detenidos ya fueron excarcelados entre la tarde y la noche del 10 de
diciembre, y este 11 sólo quedaba "un puñado de opositores bajo
arresto".
La jornada por el Día Internacional de los
Derechos Humanos en Cuba estuvo marcada por las detenciones temporales y
los actos de hostigamiento y acoso contra disidentes, fundamentalmente contra
el grupo de las Damas de Blanco.
Ese colectivo de mujeres disidentes denunció más
de 130 detenciones de sus integrantes en todo el país, mientras que en La
Habana sufrieron un duro acto de
hostigamiento cuando intentaban reunirse en un céntrico punto para realizar una
caminata con motivo de la fecha.
También fueron objeto del hostigamiento
oficialista otros grupos, como el opositor Unión Patriótica de Cuba (UNPACU),
cuyo líder, el ex preso político José Daniel Ferrer, informó que hubo decenas de
arrestos temporales en provincias del este del país.
El foro crítico Estado de Sats,
liderado por el matemático Antonio González-Rodiles, denunció además el arresto
de personas que debían participar en una actividad de debate sobre derechos
humanos en su casa, en cuyos alrededores estuvo cortado al tráfico y había una
notable presencia policial.
El gobierno de la isla considera a los disidentes
"contrarrevolucionarios" y mercenarios al servicio de Estados Unidos.