Las minas clandestinas de las FARC

La guerrilla se financia con la explotación de tungsteno, material usado para fabricar móviles y tabletas electrónicas. Los hombres trabajan en el corazón de la selva colombiana

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Para financiar sus operaciones, las FARC explotan de forma clandestina la mina de tungsteno de Cerro Tigre, en el corazón de la selva. Su ubicación escapa a las autoridades de Colombia. Hace falta viajar durante días por el río y atravesar peligrosos raudales para llegar al lugar donde trabajan los campesinos.

De acuerdo con una investigación del diario El Mundo, los guerrilleros del Frente "Acacio Medina" de las FARC vigilan los accesos y no permiten que nadie se acerque. También permiten que dos empresas legales puedan explotar la mina de Cerro Tigre, en la Reserva Nacional Natural Puinawai, para engañar a las autoridades.

Las extracciones de tungsteno son sacadas por los guerrilleros por río y trochas en largas travesías hasta Tomachipan, en el vecino departamento del Guaviare, donde las compañías pueden exhibir títulos mineros, o lo hacen pasar por piedras negras procedentes del Vichada, según el mencionado artículo.

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El tungsteno es luego vendido a un precio elevado en el mercado, dado que es un material muy preciado para la fabricación de coches, teléfonos móviles y tabletas, entre otros bienes de consumo de alta gama.

La mina de Cerro Tigre fue tomada por las FARC en 2010. Con el dinero que obtiene, la guerrilla no sólo financia sus operaciones, sino que también se da el lujo de pagarles un sueldo mísero a quienes que trabajan en las minas: indígenas puinaves del Zancudo y campesinos del Chocó, que trabajan de sol a sol y extraen, cada uno, 30 kilos diarios, por los que reciben 9 mil pesos colombianos (menos de 5 dólares).