Son unos 500 monos salvajes que abandonaron sus antiguos hábitats naturales ante el avance urbano en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Habitualmente concurren a zonas residenciales en busca de comida divididos en 16 grupos.
Como se trata de una especie protegida por la legislación vigente, las personas podrían ser severamente penadas en caso de lastimarlos, lo que las deja sin demasiadas posibilidades de defenderse. Las armas más utilizadas, como pistolas de pintura y gas pimienta, sirven de poco, ya que sólo los alejan momentáneamente.
Además, los gritos con los que suelen reaccionar ante sus ataques no hacen más que empeorar las cosas. "Los babuinos infieren del pánico de la gente que ellos mismos están por encima, lo que los hace creer que les corresponde quedarse con todo lo que tienen", explica Rachel Noser, especialista en comportamiento animal.
Sus blancos principales son los cestos de basura, que revuelven en busca de alimento, pero muchas veces ingresan por la fuerza a comercios e incluso a casas y apartamentos particulares.
Sobran las historias de vecinos que se van de sus hogares olvidando las ventanas abiertas y, al regresar, encuentran a los babuinos devorando y destruyendo todo a su paso.
"Nadie comprende lo que está ocurriendo aquí. Esta es una completa pesadilla", cuenta una mujer a cuya hija un grupo de monos le arrancó las compras de las manos. "Quedó totalmente traumada. Ni siquiera es seguro dejar la casa. ¡Y nadie hace nada al respecto!", concluye.