La otra cara del Botox

Conocida por sus usos en estética, los últimos estudios científicos revelaron que la toxina botulínica tipo A tiene otras tantas indicaciones terapéuticas. Cuáles son los beneficios en la rehabilitación de un ACV 

Compartir
Compartir articulo
  162
162

BOTOX® es un producto biológico desarrollado por medio de modernas técnicas de biotecnología, y con una estructura molecular de alta complejidad, que fue popularizada por sus fines estéticos. Pero también a partir de estudios científicos realizados a partir del inicio del siglo XX, se descubrieron otras aplicaciones para controlar problemas de salud.

Con aprobación en 85 países para 25 indicaciones, BOTOX® fue  utilizado por más de 20 años en el área terapéutica y ya trató a cerca de 11 millones de personas en todo el mundo.

Una de las áreas en las que más se usa tiene que ver con la rehabilitación de personas que sufrieron un accidente cerebrovascular (ACV).

Es que una de cada seis personas sufrirá un ACV en algún momento de su vida, y una de las consecuencias más comunes después de sufrir este tipo ataque cerebral es la espasticidad que constituye una secuela motora importante a partir del aumento de la resistencia de los músculos a ser estirados pasivamente.

Aproximadamente el 20% de los pacientes que sufre un ACV presentan, durante los primeros 3 a 6 meses, un cuadro de espasticidad. Al cabo de un año, esta cifra puede ascender hasta un 80%.

En los países occidentales el ACV es el principal responsable de discapacidad física grave en adultos. Aproximadamente un 25% de los sobrevivientes, pasados 6 meses del accidente, no podrá caminar sin ayuda, mientras que un 60% no podrá incorporar su mano afectada para realizar actividades cotidianas. "Cuanto más intente el paciente movilizar el brazo o la pierna afectada, más resistencia y sensación de endurecimiento experimentará", explicó la médica fisiatra Roxana Secundini.

Estas dificultades motrices, junto al dolor que puede presentarse, deterioran notablemente la calidad de vida de los pacientes, haciéndolos dependientes para realizar actividades de la vida diaria como caminar, alimentarse, vestirse o higienizarse.

Patrones de espasticidad más frecuentes

Secundini puntualizó que como consecuencia del daño cerebral se desarrollan patrones de espasticidad, predominando frecuentemente la flexión y aducción en el hombro (el brazo permanece pegado al tronco), el codo permanece en flexión (lo que le genera al paciente inestabilidad al querer levantarse de una silla o al caminar, con más posibilidades de caídas o imposibilidad de alcanzar objetos a pesar de tener una buena recuperación en la mano) y la mano cerrada (que impide la higiene o el poder ayudar en algunas actividades a la mano sana).

"Esto genera enorme incomodidad y dolor. No pueden llevar el brazo a otra posición y sienten permanente tensión en la extremidad", remarcó.

En tanto, en el miembro inferior suele suceder lo contrario, predomina un patrón extensor. Esto lleva a que muchas veces el talón no pueda apoyarse en el piso, o que al caminar el pie se apoye sobre el borde externo -lo que genera una sensación de esguince en cada paso- dando inestabilidad e imposibilitando a caminar. Algunas veces, por ejemplo, la rodilla permanece extendida haciendo difícil que el paciente pueda ingresar a un auto o colocarse un zapato.

Tratamientos y espasticidad

      

Si bien

la espasticidad no puede curarse por completo

, puede tratarse y obtenerse excelentes resultados que mejoren significativamente la calidad de vida no sólo del paciente sino también de quien esté a su cuidado.

Existen tratamientos por vía oral -pastillas-, que actúan a nivel general provocando relajación de todos los músculos, ya sea los que sufren o no espasticidad, y generan a veces efectos que no son deseados como, por ejemplo, el aumento del sueño.

Actualmente, existen otros tratamientos como el que se realiza con BOTOX® (onabotulinumtoxin A), que permite seleccionar el músculo a tratar. Esto es clave, pues permite elegir los grupos musculares que están funcionando mal porque reciben un estímulo incorrecto desde el cerebro.

"Lo que se busca a través de la aplicación de onabotulinumtoxin A en los músculos más afectados es disminuir la capacidad de responder a esa información errónea y constante que reciben desde la lesión ubicada en el cerebro. Por lo tanto, la toxina botulínica relaja el músculo y disminuye la respuesta", explicó Secundini.

Así, este tratamiento brinda la oportunidad de tratar la espasticidad pensando en lograr facilitarle al paciente actividades de la vida diaria, como vestirse, bañarse, comer, caminar, etc. "Modifica la incapacidad funcional y permite lograr una mayor independencia funcional", según indicó la especialista.

En los casos leves, el objetivo del tratamiento mediante esta infiltración será que los pacientes logren la mayor movilidad posible en los miembros afectados. En los casos más severos el objetivo será lograr una mejor postura, más cómoda y no dolorosa, tendiendo a aumentar la independencia en las actividades de la vida diaria. "En estos casos severos muchas veces no se logra movimiento, pero se consigue la sensación de simetría de su cuerpo, que el paciente refiere como un logro importantísimo", aseguró la especialista en fisiatría y agregó que "los objetivos son diferentes dependiendo de la severidad de la lesión".

Debe procurarse siempre ser atendido por un especialista idóneo. La rehabilitación multidisciplinaria con médicos fisiatras, kinesiólogos, fisioterapeutas, terapistas ocupacionales es fundamental para el abordaje de la espasticidad. Otra cuestión para el tratamiento es la reeducación, la elongación de los músculos acortados, el fortalecimiento muscular, el estímulo a participar con el miembro afectado en actividades funcionales que incluyan a los músculos tratados.