El peor dolor: el relato de quienes perdieron a seres queridos en la tragedia

Cuatro historias de vida de quienes sufrieron la pérdida de abuelos y matrimonios que fueron separados como consecuencia de la inundación que dejó 51 personas muertas

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 EFE 162
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 Reuters 162
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 Adrián Escandar 162
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 Charly Díaz Azcué 162
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El trágico temporal que afectó a la ciudad de La Plata tuvo como consecuencia 51 muertos y miles de evacuados, que por estas horas pudieron en su mayoría ir regresando a lo que quedó de sus hogares.

El difícil momento dejó también varias historias commovedoras de aquellos que perdieron a algún ser querido en el diluvio.

Lucila Ahumada de Inama vivía en La Plata y todos sus vecinos la conocían como Kika. Pocos sabían que en 1977, durante la última dictadura cívico-militar, su hijo había sido secuestrado junto a su nuera que estaba embarazada, lo que la había convertido en una Abuela de Plaza de Mayo que todavía guardaba la esperanza de encontrar a ese nieto.

Pero Kika tenía otros dos nietos mellizos, Guillermo y Claudio, que sí pudo disfrutar y que fueron quienes corrieron a buscarla en medio del temporal.

"Como a las 4 de la madrugada, cuando ya teníamos el agua por el cuello, uno de los nietos logró cruzar la calle hasta la casa de ella. La llamaba a los gritos desde afuera, le decía 'Lela, Lela', decime dónde estás. Yo lo escuchaba gritar desde acá", detalló al diario Clarín Cristian Lustig, el vecino de la casa de al lado, que terminó participando de esa búsqueda.

"Después, vino a buscarme desesperado, me dijo 'no sé qué hacer, no encuentro a mi abuela' y me preguntó si tenía una barreta para abrir la ventana. Tratamos de abrirla a los golpes hasta que nos dimos cuenta de que no íbamos a poder", agregó.

Claudio buscó una linterna y logró entrar. "Flotaba la cama, el ropero, todo, y entramos con un palo tanteando en la oscuridad, viendo a ver si tocábamos algo entre los muebles. Pero no se veía absolutamente nada y los muebles iban atravesándose en el camino. No hubo forma de llegar ni al baño ni a la pieza del fondo", contó Claudio.

Una vez que bajó el agua, sus nietos ingresaron y encontraron una frazada en la que ella había envuelto unos trofeos y unos almohadones. Eso llevó a que su familia crea que habría querido juntar algunas cosas hasta que el agua fue subiendo cada vez más rápido, lo que la habría llevado a querer refugiarse en alguna parte.

Pero Kika, de 82 años, falleció bajo un metro setenta de agua.

Anahí Posse era docente jubilada y vivía con su marido en el barrio La Loma. Cuando se percataron de la tremenda inundación, ella agarró a su marido de la mano y a su perro caniche en la otra y  le pidió irse de la casa, pensando que se ahogarían. Lograron salir pero al llegar a la esquina la brutalidad del agua fue tal que hizo que le soltara la mano a su esposo y fuera arrastrada por la corriente.

"Anahí salió de la casa y nos dijo: 'Si no me voy me muero, me voy, me voy'. Estaba muy asustada y decidió salir con el marido antes de que los tapara el agua", contó ayer Marta de Verde, la señora de 80 años, vecina del matrimonio.

"Pero desde acá hasta la puerta de calle hay un desnivel y cuando empezaron a caminar se dieron cuenta de que el agua les llegaba cada vez más al cuello, así que volvieron", agrega Gyldo Verde, otro de sus vecinos. Hasta que finalmente agarraron una linterna y tomaron la decisión final.

"Nosotros creemos que querían llegar a la casa de una de sus dos hijas, acá a la vuelta, porque incluso les pedimos que nos prestaran una luz portátil y ellos volvieron a entrar y nos la dieron", relataron.

El cuerpo de la docente jubilada es uno de entre los 51 que dejó como saldo el temporal.

Otra de las historias conmovedoras es la de Enrique y Asunción, una pareja de jubilados que se casaron en 2005, casi a escondidas, a los 82 años del hombre que había trabajado como mecánico de aviones y que en su juventud se había dedicado también a arreglar heladeras.

Enrique tenía 90 años y había construido un anexo en la entrada de su casa donde había colocado una compuerta sostenida por pasadores potentes ya que habían sufrido inundaciones anteriores.

Osvaldo, su hijo,  se encontraba en la calle cuando comenzó la inundación. "Cuando quiso volver, no pudo: terminó trepado a una pared esperando que el agua bajara, convencido de que su papá tenía la compuerta para protegerse", contó José Luis, yerno de Enrique. Varias horas después se enteró lo que había pasado: "Cuando vio que el agua estaba subiendo tan rápido, Enrique se paró frente a la compuerta, tomó aire y se metió abajo del agua para trabarla con los pasadores. No sabemos si se descompuso o qué pasó, pero no pudo salir".

Cuando el agua bajó, su esposa encontró el cuerpo de su marido en el piso, al lado de la compuerta. No tenía modo de llamar a nadie ni de pedir ayuda, ya que los teléfonos no andaban, así que se quedó toda la noche al lado del cuerpo de su marido durante diez horas. Adentro de la vivienda quedó una foto del casamiento junto a los pasajes para vacacionar en Camboriú, con fecha para este lunes.

Jorge Colautti es otra de las 51 víctimas del temporal que acechó a la ciudad de La Plata. El hombre, de 74 años, formaba parte de la lista de 20 desaparecidos hasta que ayer su cuerpo apareció en la morgue judicial.

"Mi viejo estaba cuidando a Agustín, su nieto de ocho años. Y como era su primer nieto, el varón, eran muy apegados y a veces le costaba ponerle límites. Agustín se asustó mucho con la tormenta y quería ir con su mamá, que vive a media cuadra. Y mi viejo, en vez de decirle que no se podía, salió con él", contó ayer Germán, su hijo.

Y agregó: "Era media cuadra, yo sé, pero eso terminó costándole la vida".

Salieron de la mano  pero la corriente los separó y los arrastró. A un par de cuadras, dos desconocidos comenzaron a tirarles sogas y el nene logró agarrarse de una. Pero su abuelo se zafó, a pesar de habérsela tirado en más de una oportunidad. Se lo llevó la correntada y murió.