Guatemala: pueblo armado tomó alcaldía

Vecinos de Pochuta encapuchados controlan la entrada del edificio, dispuestos a dar la vida para evitar que ingrese el alcalde que expulsaron hace un año por corrupción

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 Gentileza: talcual 163
Gentileza: talcual 163

"Bienvenidos a San Miguel Pochuta. Vecinos organizados, por favor baje el vidrio e identifíquese", reza un letrero a la entrada de este pueblo indígena, ubicado 138 km al suroeste de la capital de Guatemala, cerca de la costa del Pacífico.

Vestidos de negro, con escopetas, pistolas, machetes o cadenas, hombres y mujeres se turnan para vigilar día y noche el edificio municipal, las calles y el puente de metal que fue instalado temporalmente tras un terremoto hace 20 años y es el único acceso al poblado.

"Somos aproximadamente 75 personas comprometidas con la seguridad. No somos delincuentes", sostuvo un hombre embozado quien prefirió no dar su nombre.

Su misión: evitar que regrese el alcalde Benjamín Vásquez, a quien los vecinos expulsaron tras incendiar la municipalidad el 12 de setiembre de 2011, un día después de los comicios en los que resultó reelecto -según los vecinos- de forma fraudulenta.

Desde entonces la comuna de Pochuta ha permanecido cerrada, los pobladores no dejan que ningún trabajador municipal ingrese al edificio, en cuyas paredes hay mantas y carteles con leyendas que denuncian malversación de los fondos públicos.

Ante la situación, una parte de las autoridades municipales habilitaron una sede alterna para hacer trámites administrativos, pero las consecuencias comenzaron a aflorar pues el mercado y el parque están sin energía eléctrica.

"Pochuta quiere justicia y transparencia. Esto es una revolución. Hace un año sacamos a estas malas personas (Vásquez y parte del Concejo Municipal), que arruinan esta tierra. Estamos dispuestos a todo", afirmó uno de los líderes del movimiento, Carlos Rank.

Obras inconclusas y sobrevaloradas, cobros de obras realizadas y canceladas por otras instituciones, facturas alteradas, emisión de varios cheques en días seguidos a trabajadores municipales, así como nepotismo, son algunas de las anomalías que los pobladores achacan a Vásquez.

"No me importa morir, pero él no vuelve a la Municipalidad. Yo trabajé con él y conseguí que varias personas votaran por él en su primera elección (para el período 2008-2012), pero nos traicionó, no ayudó a los que lo apoyamos", dijo Cristina Velásquez.

Vásquez, de la socialdemócrata Unidad Nacional de la Esperanza -que concluyó su gobierno en enero pasado-, no pudo terminar su primer período. Actualmente permanece en la capital reclamando -sin éxito-, que las autoridades le garanticen su regreso.

Al alcalde lo acusan hasta miembros de su familia. Su hija Cinthia Vásquez, de 25 años, lo supone autor intelectual del secuestro que ella sufrió el 5 de enero de 2009, pues sostiene que su padre obstaculiza la investigación del caso.

"El lunes pasado me llamaron del Ministerio Público (Fiscalía) para decirme que mi papá había llegado a pedir que ya no siguieran investigando mi secuestro", afirmó la joven.

Según explicó, su padre estaba en desacuerdo con que ella fuera novia de quien ahora es su esposo. "Una vez nos encontró platicando en la calle, me pegó a mí, le pegó a él y le pegó a mi mamá en plena vía pública", recordó.

Aunque se vive una tensa calma por los rumores sobre el posible regreso de Vásquez al pueblo para tomar posesión, los vecinos no dejarán de celebrar la feria en honor a su patrono San Miguel Arcángel, el 29 de setiembre.

Frente a la Municipalidad ya están ubicadas ventas de dulces típicos y comida, mientras que con el apoyo financiero de los vecinos, un grupo se encarga de organizar la coronación de la reina del lugar, un desfile hípico, una carrera y el tradicional baile, entre otras actividades