Mitos y verdades de la irisina, la hormona quema-grasas

Su descubrimiento desató especulaciones sobre las posibilidades que se abrirían para combatir los kilos sin esfuerzos. Pero los especialistas se muestran muy prudentes

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El anuncio hecho por un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard sobre la existencia de una hormona que contrarresta la acumulación de grasa generó titulares exageradamente optimistas, inclusive en medios especializados.

Pero, ¿qué es exactamente lo que encontró el equipo dirigido por el profesor de biología celular Bruce Spiegelman y qué relevancia tiene?

"Es como haber descubierto uno de los links que correlaciona el ejercicio con algunos de sus efectos benéficos", explicó a Infobae el doctor Julio Montero, médico nutricionista, presidente de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios. "¿El ejercicio hace efecto? Sí. Pero ¿cómo lo hace? Es la pregunta que faltaba responder".

Si bien se sabe desde hace mucho tiempo que hacer ejercicio permite quemar calorías, no se conocía con exactitud el mecanismo metabólico a través del cual se producía esto.

"Lo que sabemos hoy, respondió el presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición, Edgardo Ridner, ante la consulta de Infobae , es que una sustancia derivada de una proteína producida en el tejido graso de ratones (FNDC5) que técnicamente es un 'péptido', descubierta recientemente y llamada 'irisina', parece incidir en la producción de otra sustancia llamada coactivador 1 alfa (PGC1alfa) que estimula la conversión de grasa amarilla en grasa parda".

En concreto, el ejercicio induce la producción por el músculo de esta hormona flamantemente descubierta, la irisina. Y el aumento del nivel de irisina genera a su vez un incremento del gasto de energía.

"En los ratones, explica Ridner, el tejido pardo en vez de almacenar grasa regula su oxidación, generando calor. A diferencia de los bebés, en el ser humano adulto no se encuentra grasa parda en forma significativa aunque nuevos estudios mostraron que puede haber restos de ella. Se especula que este péptido mediador bautizado 'irisina' podría, por un mecanismo similar al observado en los ratones, estimular el 'pardeamiento' de la grasa amarilla humana aumentando el gasto calórico. Eso, teóricamente, podría tener aplicaciones en la obesidad".

"Los efectos benéficos que tiene el ejercicio sobre una variedad de órganos en los mamíferos están intermediados por la irisina, dice el doctor Montero. Lo que se logró es aislar esta proteína, que es una especie de hormona interna porque no la segrega ninguna glándula –el concepto de hormona también está medio revolucionado. Además de las calorías que quema el músculo, hay un plus de calorías que son quemadas por el tejido adiposo. Específicamente, la irisina hace que el tejido adiposo común –que tiene una función de almacenamiento de grasa- se transforme parcialmente en tejido adiposo que consume grasa. De esta manera ayuda a que se gaste energía a través de la producción de calor".

Hasta ahí, las noticias alentadoras. Y el descubrimiento que dio pie a expresiones prometedoras como "hormona quema-grasas" u "hormona anti-obesidad". De hecho, fue bautizada irisina en honor a la diosa griega Iris, portadora de buenas noticias.


Pero el doctor Montero advierte que, de momento, no hay escapatoria ni salidas fáciles del problema del sobrepeso, tan extendido en la actualidad: "Si uno quiere tener irisina, debe hacer ejercicio. Este descubrimiento no es una solución, no es un remedio. Se sabe ahora que la irisina es la sustancia que conecta el ejercicio con el consumo de calorías pero mucho más que eso por ahora no se puede hacer".

Es decir que, de la explicación de un fenómeno a su eventual utilización, hay un larguísimo trecho. "Esta proteína, dice Montero, como muchas otras, podrá o no tener aplicaciones en el futuro pero no en lo inmediato. Estamos muy lejos de poder darle una aplicación terapéutica. Todavía no sabemos, por ejemplo, si esta hormona se puede sintetizar, por qué vía habría que suministrarla o cuánto duraría su efecto".

También el doctor Ridner es cauteloso: "Hace dos años se descubrió un mecanismo de regulación energética en los ratones, mediado por la irisina. Actualmente se está estudiando, sin resultados todavía, si ese mecanismo existe también en los humanos y si, en tal caso, podría tener alguna utilidad clínica. Esto va a llevar unos cuantos años".

El presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición aconseja "desalentar la especulación y permitir que sigan avanzando las investigaciones", único camino para disipar la incógnita acerca de la utilidad de este descubrimiento.