La historia no tuvo un desenlace fatal sólo por un milagro, pero dejó con el miedo en el cuerpo a la familia que vivió un momento de terror y también a los vecinos de la zona sur, que desde hace tiempo sufren por el accionar de un grupo de malvivientes que intimida a los vecinos.
El lunes por la noche, alrededor de las 23:15, Ignacio Blanco caminaba hacia su casa ubicada en el barrio de Sarandí cuando fue interceptado por cinco delincuentes que le robaron y le exigieron que los llevara a su casa.
En ese momento un automóvil pasó por el lugar y, para simular que no sucedía nada extraño, los malvivientes saludaron al joven al que iban a asaltar, como si lo conocieran.
El chico tocó timbre y sus padres, que estaban adentro de la vivienda, advirtieron que la situación era anormal gracias a las cámaras que instalaron hace un tiempo, porque ya habían sido asaltados tres veces.
De repente la víctima abrió la reja de su casa y el final se precipitó, porque optó por escapar y provocó la ira de los delincuentes, que le dispararon a quemarropa y le dieron un balazo en la cadera.
Una esquirla del proyectil también hirió al padre del joven, que se había asomado al escuchar voces extrañas y terminó con una lesión en un brazo.
Ante la falta de una ambulancia, a Blanco lo tuvieron que trasladar los bomberos voluntarios hasta el hospital Finochietto; de todos modos hoy ya estaba en su casa.
En estos momentos la banda está siendo buscada por la UFI 4 de Avellaneda. Según las primeras informaciones, los delincuentes tienen un largo historial de ilícitos.