Decenas de trabajadores de Indonesia entrevistados por la agencia de noticias AP y un documento publicado por Nike demuestran que el gigante del calzado y la ropa deportiva tiene mucho camino por recorrer para cumplir con los parámetros que se fijó hace una década para acabar con su dependencia de la explotación laboral.
Nike dijo que casi dos terceras partes de las fábricas que hacen productos Converse no cumplen con sus normas para fabricantes contratados, pero insiste en que no puede resolver muchos de esos problemas porque muchas fábricas operan bajo contratos que se establecieron antes de que Nike comprara Converse en 2003.
Esto no parece explicar los abusos que los trabajadores alegan en la fábrica del Pou Chen Group, en Sukabumi, a unos 100 kilómetros de Yakarta, que no comenzó a fabricar productos Converse sino cuatro años después de que Nike compró la marca. Un trabajador allí dijo que fue pateado por un supervisor el año pasado después de cometer un error mientras cortaba caucho para suelas.
Los 10 mil trabajadores, en su mayoría mujeres, en la planta Pou Chen ganan unos 50 centavos de dólar por hora. Eso es suficiente para comida y alojamiento en barracas, pero no para mucho más.
Algunos trabajadores entrevistados por la AP en marzo y abril describieron ser golpeados o arañados en el brazo, en el caso de un hombre hasta sangrar. Otros dijeron que los despidieron después de presentar quejas.
La firma, que fue objeto de duras críticas hace una década por usar fábricas extranjeras donde había explotación laboral y trabajo infantil, ha tomado medidas desde entonces para mejorar las condiciones de sus 1.000 fábricas en el extranjero. Pero el progreso que ha logrado en las industrias que producen ropa con su principal logotipo no se refleja plenamente en aquellas que hacen productos Converse.