Escándalo, drama y glamour: la vida de los príncipes de Mónaco

Ceremonias chic, accidentes fatales y amores desafortunados son algunos de los episodios más resonantes que han protagonizado. Vea las imágenes

Compartir
Compartir articulo

Parece que las historias de príncipes felices y contentos pertenecen sólo a los cuentos infantiles, ya que la dicha habría frecuentado en pocas ocasiones el palacio de la familia Grimaldi, marcada de punta a punta por la tragedia y el escándalo. Cuenta la leyenda que la "maldición" la provocó una amante gitana de Rainiero II (1296-1314). Al enterarse de que el monarca la había despreciado para casarse con una joven noble, sentenció: "Ningún Grimaldi encontrará la felicidad en el amor". Entonces habría hecho un conjuro para que ninguno de sus descendientes pudiera ser feliz.

En 1949, Rainiero II asumió el trono de Mónaco. Durante el rodaje del filme "Atrapa al ladrón" el Príncipe quedó fascinado con Grace Kelly al cruzarla en el hotel donde ésta se alojaba. El cortejo amoroso culminó en 1956 con una fastuosa boda que sepultó su pujante carrera en la pantalla grande, por la que ya había conquistado un Oscar a la mejor actuación. Para Rainiero, ser actriz no era compatible con los deberes de una princesa.

Entonces, la hermosa hija de un multimillonario norteamericano abandonó el cine a los 26 años para dedicarse a su marido, a los tres hijos que vendrían -Carolina, Alberto y Estefanía-  y a las obligaciones oficiales del principado.

Pero la vida de ensueño que vivió Kelly culminó de manera abrupta a sus 52 años. El 13 de septiembre de 1982, la princesa sufrió un accidente cuando conducía su automóvil por una carretera cercana a Mónaco, en la que se había filmado una escena de una de sus películas junto a Cary Grant. Su hija Estefanía, que iba con ella, salió ilesa. Sin embargo, los rumores sostienen que era la menor de los Grimaldi quien manejaba el vehículo e, incluso, que hubo un altercado entre ellas al momento del siniestro en una peligrosa curva. Kelly falleció al día siguiente sin recobrar el reconocimiento y su marido nunca pudo superar el dolor que le causó la pérdida de su esposa.

La tragedia volvería a golpear a los Grimaldi una y varias veces más. Ya recuperada de la desilusión que le produjo la ruptura matrimonial con su primer marido, Philippe Junot, la princesa Carolina, primogénita de Rainiero, volvió a creer en el amor. Esta vez, puso sus ojos en el multimillonario Stéfano Casiraghi, un empresario italiano y deportista de alto riesgo en competiciones off-shore de embarcaciones de alta velocidad. Se habían conocido por amigos en común y se casaron en 1983, cuando estaban esperando su primer hijo, Andrea. Luego llegarían Charlotte y Pierre.

El 3 de octubre de 1990, en aguas de Montecarlo, Stéfano participaba en el mundial de off-shore, buscando revalidar su título de campeón del mundo, a pesar de que Carolina no estaba de acuerdo en que su marido interviniera en esa clase  de competencias tan peligrosas. Pero una ola muy violenta  provocó el vuelco de su embarcación y el italiano falleció momentos después. Su copiloto, Pierre Inocenti, sobrevivió.

En años posteriores Carolina volvería a padecer la pérdida de una importante figura masculina en su vida y Mónaco se quedaría sin su mentor. A los 81 años, el 6 de abril de 2005, el Príncipe Rainiero falleció debido a un grave trastorno broncopulmonar, cardíaco y renal que sufría desde hacia años. Desde la muerte de su esposa, en 1982, se había alejado gradualmente de la sociedad para vivir casi aislado en su palacio.

Eso sí, si de escándalos se trata, los miembros de la familia real monegasca puedan dar cátedra. En 1978 y con apenas 21 años, la primogénita de Rainiero y Kelly puso furiosos a sus padres al casarse con el mujeriego, playboy y cazafortunas Philippe Junot, de 37, a quien en la Costa Azul se lo conocía como el "emperador de la noche". Aseguran que el padre de Carolina dijo a Tessa de Baviera, una de las invitadas a la boda: "No me felicites, mejor dame el pésame". Y parece que Raniero no se había equivocado. Al poco tiempo empezaron a circular rumores sobre supuestas infidelidades por parte de Junot. La princesa debía soportar que su marido fuera de fiesta a diario y se divirtiera con otras mujeres, mientras ella, avergonzada, se recluía en el palacio. Dos años más tarde el matrimonio se terminó.

Seis años después de quedar viuda de Casiraghi, Carolina inicia una nueva relación con su amigo de toda la vida, el príncipe Ernesto Augusto de Hannover, duque de Brunswick y Luneburg. El aristócrata  se divorció de su esposa para casarse con ella cuando la pareja esperaba su primera hija, Alexandra. Pero el matrimonio llegó a su fin en el año 2009, tras varias infidelidades por parte del Príncipe, quien incluso fue fotografiado a los besos con otra mujer en una playa de Tailandia, mientras la princesa estaba esquiando con sus hijos.

Capítulo aparte merece la vida sentimental de Estefanía, quien nunca dejó de ocupar las portadas de las revistas del corazón por sus escandalosos romances. Con 8 años menos que Carolina, trabajó temporalmente como cantante, diseñadora de trajes de baño, modelo y hasta como artista de circo.

A los 16 tuvo un romance con el hijo de la estrella del cine francés Jean-Paul Belmondo y posteriormente se la relacionó con el descendiente de Alain Delon. En 1986, se lanzó como cantante pop y su canción  Ouragan (Huracán) alcanzó el Top 10 internacional, vendiendo más de 5 millones de copias. Pero lo que parecía ser una carrera prometedora terminó de modo decepcionante. Instalada en Los Angeles, la princesa se tomó 5 años para terminar su nuevo álbum, cuyas ventas fueron muy escasas: apenas 30.000 copias en EEUU.

En 1991, Mónaco se conmociona tras enterarse de que Estefanía estaba embarazada de su guardaespaldas, Daniel Ducruet. Fruto de esa relación nació su hijo Louis Robert Paul y, dos años después, su hija Pauline Grace Maguy. Tras ello, la pareja contrajo enlace pero la unión apenas duró un año, ya que el matrimonio se rompió cuando se publicaron unas fotografías de Ducruet manteniendo relaciones sexuales con una joven belga. Tiempo después, Estefanía quedó embarazada de otro de sus guardaespaldas, Jean Raymond Gottlieb, con quien tuvo a su tercera hija, Camille Marie, nacida el 15 de julio de 1998.

En 2002, la "princesa rebelde" volvió a figurar en las tapas de todos los medios de prensa cuando se fue a vivir con un domador de elefantes en un trailer y viajó alrededor de Europa con un circo. Sin embargo, en septiembre de 2003  se casó con Adans López Peres, un acróbata de circo portugués diez años menor que ella, de quien se divorció en julio de 2004.

Estefanía también tuvo romances con varias personalidades del espectáculo, como los actores Rob Lowe, Christopher Lambert y Jean-Claude Van Damme, entre otros.

El hermano varón de Carolina y Estefanía, Alberto, siempre se caracterizó por tener un perfil más discreto que el de ellas pero no una vida amorosa menos agitada. Es que el príncipe pasó el tiempo rodeado de bellas mujeres que esperaban atraparlo con sus encantos. Miembros de la realeza, modelos como Naomi Campbell o Claudia Schiffer, deportistas y hasta actrices como Brooke Shields y Sharon Stone, por sólo mencionar a algunas, desfilaron frente a sus ojos buscando hacer realidad el sueño de convertirse en princesas. Sin embargo, haberse pasado la vida huyendo del matrimonio fue uno de los argumentos más recurrentes que algunos utilizaban para fomentar los rumores sobre su supuesta homosexualidad, que él mismo se encargó de desmentir en reiteradas oportunidades.

Tras la muerte de Rainiero, su único hijo varón  se convirtió en Soberano, provocando inmediatamente un escándalo al revelarse que tenía dos hijos fuera de matrimonio. Jazmín Grace, de 19 años, y Alexandre, de 6 años, fueron fruto de una relación temporal con una ex camarera estadounidense y con una ex azafata francesa, respectivamente. Los niños viven con sus madres y no asistieron al casamiento de su padre con la nadadora sudafricana Charlene Wittstock, ocurrido hoy en Mónaco. Cuando reconoció su paternidad, Alberto dejó claro que ninguno formaba parte de la línea de sucesión.

Pero la boda se vio a punto de ser suspendida, ya que se rumoreaba que la novia tenía un pie en el avión para volverse a Sudáfrica y que no quería casarse. Parece que la esbelta rubia se habría enterado pocos días antes del enlace de algunas infidelidades por parte del Príncipe y que un tercer hijo estaría en camino. Según la prensa francesa, la "novia fugitiva" habría sido convencida por los emisarios del Príncipe y el casamiento se llevó a cabo con normalidad. Si la nadadora no hubiera dado marcha atrás con su decisión, el bochorno habría sido lapidario

Tragedias y escándalos sobran aunque si hay algo que tampoco falta en esa familia es el glamour y la distinción que caracteriza a cada uno de los miembros de esa casa real, quienes eligen sus atuendos en las mejores casa de ropa del mundo y siempre sobresalen por su elegancia. La boda de Rainiero con Grace Kelly tuvo lugar el 19 de abril de 1956, entre el glamour hollywoodense y el jet set. Para celebrar el momento más importante de su vida, la actriz devenida en la princesa Gracia de Mónaco, escogió un maravilloso vestido de la diseñadora americana Helen Rose, quien le diseñaba todos los modelos para las películas de la Metro Goldwyn Mayer. El atuendo estaba confeccionado en encaje francés, de cuello alto y manga larga, que resaltaba su estrecha cintura. El magnífico velo tenía 90 metros de tul y para el vestido se utilizaron 300 metros de tela.

Las mujeres de la familia Grimaldi se caracterizan por su gran belleza. Sus delicados rasgos faciales, su feminidad y la elegancia de Kelly fue heredada por sus hijas, Carolina y Estefanía. Charlotte Casiraghi, hija de la mayor de las princesas,  es el vivo retrato de su madre e, incluso, algunos aseguran que es aún más bonita. Le encantan los caballos y es una espectacular amazona, con muchos premios importantes en su haber. Disfruta de pasear con su pequeña hermanastra, Alexandra Hannover, quien de le parece bastante. A sus 25 años, madre e hija comparten el mismo estilo y derrochan glamour por doquier. Sus hermanos, Andrea y Pierre se muestran elegantes en las ocasiones sociales pero eligen un look más informal para su vida cotidiana.

La familia real monegasca volvió a dar una lección de distinción en la boda de Alberto con Charlene, cuyos festejos duraron tres días. El vestido de la novia fue confeccionado por su diseñador preferido, Giorgio Armani. Carolina, Estefanía y Charlotte eligieron a Channel. El novio lució el uniforme de cuerpo de Guardia del palacio en su versión de verano, color crema. La corona de soberano del Principado estaba representada en los adornos de las solapas de la chaqueta mientras que hojas de roble en oro adornaban las insignias de los hombros.

825 miembros de la realeza, jefes de Estado y celebridades del deporte y la moda estuvieron presentes en la fastuosa boda. Mónaco espera ahora que el enlace entre el príncipe Alberto y Charlene traiga paz y felicidad a la familia Grimaldi,  surcada  desde siempre por las desavenencias, las desgracias y los escándalos. ¿Será el fin del maleficio y esta vez reinará para siempre el amor?