, y no sólo por las decisiones que tomó durante su gestión como presidente de la Argentina. Desfachatez, humor, ironía y alguna muestra de malhumor sellaron la impronta de un político políticamente ?valga la redundancia- incorrecto.
Desde el momento de su asunción, el 25 de mayo de 2003, demostró que
Con una amplia sonrisa, el flamante presidente juró -con algunos furcios y más risas-, se abrazó con todos sus colaboradores y agitó el bastón, acaso en señal de nerviosismo, primero; y de informalidad consciente, después.
¿La causa? Quiso atravesar una valla de seguridad para saludar a sus seguidores y se golpeó con una cámara de un fotógrafo.
¿Por qué no iba a hacerlo hoy si yo soy uno de ellos?", explicó.
Al momento de traspasarle la banda presidencial a su esposa, la actual mandataria Cristina Kirchner, también sobraron los gestos cómplices y las alusiones a un cambio de mando en el Gobierno que significaría una inversión de roles en el poder doméstico de la familia Kirchner.
Por aquellos días bromeaba con la posibilidad de convertirse en "
", un rol que hasta la fecha sólo habían ocupado mujeres en la Argentina.
, como el Rey Juan Carlos, quien debió esperarlo largo rato durante el Congreso de la Lengua celebrado en Rosario, en 2004. O, directamente, se ausentó de acontecimientos importantes como las exequias del Papa Juan Pablo II, un año después.
Bromeó con periodistas afines o utilizó el humor para salir del paso ante preguntas incómodas. Para muestra, vale repasar algunas imágenes con los cronistas de CQC.
Y también se enojó con los medios, al punto de liderar una inédita cruzada contra el diario más influyente del país desde el regreso de la democracia.
Lo pronunció el año pasado, durante un acto en el partido de Tres de Febrero después de las elecciones en Catamarca.
que lleva el nombre de Presidente Perón- para regalar los prometidos plasmas al plantel luego de un triunfo ante Boca. Fue desafiante e irónico; irritante para quienes jamás comulgaron con sus ideas ni con sus formas.
Antes de dejar su gobierno, expresó una frase que lo pintó en cuerpo y alma:
Nada lo hubiera cambiado.