"A las marcas de lujo les ha ido muy bien"

Margareth Henríquez, presidente de Maison Krug, navegó las aguas tormentosas del Tequilazo en Nabisco de México y de la debacle argentina del 2001 en Chandon. En Francia la recibieron los coletazos de la caída de Wall Street en el 2008. Explicó a Infobae América cómo fue posible que la gente consumiera champagne en plena crisis

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"Todas las marcas han recuperado terreno, o están en ese proceso", dijo la ingeniera de sistemas venezolana que dirige la prestigiosa marca de champagne Krug. A Henríquez le gusta caminar por la Avenue Montaigne, en París, donde se concentran los grandes nombres del lujo. La crisis no la privó de vidrieras, dijo: "Para Louis Vuitton o Hermès, 2009 fue un año muy bueno: obtuvieron un crecimiento de doble dígito".

Su hipótesis es simple: "Si las marcas trabajan bien, se refuerzan. Ese fue el resultado de esta crisis: las más importantes se fortalecieron con un trabajo de comunicación muy bueno".

Eso implicó que comprendieran lo que sucedía y reaccionaran con un cambio en el alineamiento de su proposición: "Yo lo vi y fue increíble", comentó. "A fines de 2008 la ropa estaba perfectamente orientada a esa época, un momento en el que la gente no quería mostrar demasiado. Estas marcas supieron comunicarse con ese consumidor que vivía la transición. Y la gente siguió comprando".



-¿La crisis no afecta cuando hay buena comunicación?

-A las marcas de lujo que saben comportarse y que se acercan a su consumidor, les puede ir muy bien. El consumidor se voltea a ver a su marca de siempre, aquellas que tienen contenido e historia. Las que tienen un savoir-faire, las que son artesanales, se valorizan, porque el consumidor quiere mucho más por lo que paga. Y lo contrario: las que se hicieron de la nada, que carecían de contenido y fueron el resultado de la superficialidad de la década del 2000, sufrieron.



-¿Cuál es la posición de los países de América Latina en el mercado del lujo?

-Brasil es uno de los polos de desarrollo. Basta sólo con ir a San Pablo y ver las tiendas de lujo, que son extraordinarias y de una dimensión increíble. Es un país con casi 200 millones de habitantes y se encuentra en un proceso de desarrollo de vértigo. Hay una clase media en crecimiento y una clase alta muy fuerte. Observamos a Brasil con mucho optimismo, es muy prometedor. México es otro de los países importantes en el mercado del lujo. Hay que ser más optimistas con respecto a América Latina.



Default y otros desafíos

Cuando Margareth Henríquez llegó a la Argentina faltaban pocos meses para que estallara la grave crisis económica que atravesó ese país en el 2001. Se hizo cargo del timón de Bodegas Chandon, parte del grupo empresario LVMH (Louis Vuitton - Moët - Hennessy), que también posee Dom Pérignon y Veuve Clicquot, otros nombres fuertes en el mercado del champagne. No se amilanó: "La crisis dio lugar a una transformación de la industria, de la que todos se beneficiaron".



-¿Cuáles fueron los cambios principales?

-La industria advirtió que, frente a una economía cíclica, la mejor manera de asegurar la sustentabilidad es contar con una composición en el mercado local. Con el vino hay que evitar esas caídas y subidas grandes, ya que es un negocio a muy largo plazo que requiere continuidad. Cuando se combina la exportación con el mercado interno, se recibe una vacuna contra las desviaciones: si la moneda está muy fuerte el mercado local refuerza, cuando está devaluada el internacional fortalece. La crisis permitió que se consolidara una transformación que se venía gestando, para que la industria pasara al nivel alto.



-¿Cómo se pudo llevar adelante esa transformación en un país que se declaró en default?

-Los líderes (y me incluyo entre ellos, en ese momento) tuvimos una visión que fue más allá de lo que se presentaba como algo definitivo. El proceso había comenzado en los años '90 y se consolidó por el modo en que manejamos la crisis: con la devaluación, la relación calidad-precio del vino argentino se hizo muy atractiva. Argentina tiene una gran ventaja con el malbec, que le abrió la puerta al mundo rápidamente. Antes no se escuchaba hablar del vino argentino en el mundo. Hoy la aceptación del producto es fantástica.



-¿Qué estrategias adoptó la industria del champagne ante la depresión económica mundial?

-El champagne sufre más que otras bebidas porque acompaña las celebraciones y los buenos momentos. Su consumo baja en tiempos difíciles. Durante las crisis económicas la gente no quiere mostrarse festejando. Las ventas mermaron en el año 2009 y sobre todo en el final del 2008, que fue terrible en el mundo entero. La crisis estalló en octubre y ese fin de año fue muy duro para el producto. Pero luego se recompuso. Ahora los crecimientos son alentadores.

-Usted es la primera latinoamericana al frente de una casa de champagne en Francia. ¿Qué diferencia encuentra en el trabajo en Europa?

-La más importante es la rigidez de las estructuras. En América Latina todavía están en desarrollo y quizá provocar cambios es más fácil. En Europa las estructuras tienen más tiempo y, por ende, los cambios son más difíciles.



-¿Cómo ve el futuro económico de América Latina?

-Con mucho optimismo. Nuestros países tienen una oportunidad enorme. Pero hay que tomarla con seriedad, confianza, consistencia y una visión de largo plazo. Las oportunidades son extraordinarias.