Los trabajadores de la alimentación obtuvieron un incremento salarial de más de 35 por ciento, a pagar en tres cuotas en forma escalonada a partir de este mes y por el plazo de un año, lo que despertó el alerta entre empresarios e industriales por el impacto inflacionario que esto tendrá para la segunda mitad del año.
El problema -advierten los empresarios- es que existe una gran presión inflacionaria no reconocida oficialmente, y los empresarios advierten que se están desbordando las negociaciones salariales con reclamos desproporcionados.
El acuerdo salarial de los trabajadores de la alimentación que lidera Rodolfo Daer está muy por encima, en término de incrementos, de los obtenidos por otros sindicatos, que habían logrado entre un 19 y un 23 por ciento.
Esto generará presiones de otros sectores como los liderados por Gerardo Martínez de la construcción, por Luis Barrionuevo de gastronómicos o por Armando Cavallieri de comercio, que no aceptarán un alza menor que a 35 por ciento.
Se entró en una dinámica compleja y las empresas no tendrán otra alternativa que trasladar esos aumentos a los precios de sus productos, ya que este ajuste salido de los carriles normales elevará los costos laborales. No hay que perder de vista que el sector de la alimentación durante abril de este año registró una baja de 14% en la producción.
Ayer, el secretario de la Unión Industrial Argentina, José Ignacio de Mendiguren, advirtió que "la inflación es un problema que preocupa" y acordó con los dirigentes de la CGT crear "una mesa de carácter permanente para tratar y analizar las distintas cuestiones vinculadas al alza de precios" y a los salarios.