La Pampa: denuncian un instituto en donde obligan a los chicos a la "servidumbre"

La Justicia efectuó una inspección ocular en un instituto católico de Santa Rosa. Dos curas españoles son investigados por el caso

Compartir
Compartir articulo

Aparentemente, en ese lugar a los menores no se les permitiría consumir alimentos dulces ni yogures para no incitar el "deseo sexual", no se podrían dar besos, deberían entregar todo su dinero y tendrían prohibido acercarse a cualquier otra persona a una distancia menor a un metro.

La acusación alcanza al cura de la Catedral de Santa Rosa Antonio Martínez Racionero y a otro sacerdote español, Ricardo Latorre Cañizares, de acuerdo con lo señalado por los denunciantes.

La denuncia es por presunta "reducción a la servidumbre y defraudación" y hay 11 testigos que declararon en la causa, ex integrantes del grupo y padres.

En rigor, fue una inspección ocular del juez Carlos Flores, que fue realizada con la colaboración del obispo Fidel Brédice, según se informó.

En la sede del instituto, donde funcionaba una especie de internado donde las chicas llevaban una vida en comunidad, hay en la actualidad ocho jóvenes, y en España hay otras cuatro chicas santarroseñas, según dijeron fuentes judiciales.

Por el instituto, estiman los denunciantes, pasaron unos 70 jóvenes, casi en su totalidad mujeres, aunque también algunos chicos.

El abogado Omar Gebruers -que patrocina a las familias denunciantes- reveló que este instituto comenzó a funcionar en el año 1995.

"Fue cuando llegaron a Santa Rosa los padres Martínez Racionero y Latorre Cañizares", dijo. "Los dos pertenecen al instituto secular: se llama Instituto Servi Trinitatis. Ellos vienen y empiezan a mandar en la Catedral y a través de la Acción Católica empiezan a reclutar chicas y chicos. Y los van introduciendo en instituto", señaló el abogado.

"A los jóvenes los introducen en un régimen de lavado de cerebro. Por ejemplo les fijan una acción cada 15 minutos. Y cuando se salen de esa estructura, se tienen que confesar", sostuvo el letrado.

En la denuncia, ingresada al Juzgado 3, se pudo conocer que en el instituto hay alojados entre ocho y doce jóvenes, de 12 a 32 años, y que sus padres no pueden ingresar al edificio.

Además, según la acusación, a la casa sólo pueden ingresar dos curas, quienes "imparten las normas de convivencia de las internas, juzgan y castigan (a las mujeres) por cuestiones de supuestas inconductas verificadas".

Las internas tienen prohibido ingerir alimentos dulces -"el motivo sería para suprimir la actividad de una feromona que estimula la voluntad"- y les fijan un cronograma estricto de horarios, que incluye ir al baño al levantarse sólo "por unos minutos", lavarse los dientes una vez al día y barrer en un determinado horario.

"En el desayuno no las dejan comer quesos ni yogur (supuestamente porque tienen calcio), sino sólo fiambres de baja calidad. No pueden utilizar condimentos, ni ingerir mate, té y café porque serían estimulantes. No pueden hablar con sus compañeras de cuestiones personales, excepto que estén relacionadas con la religión y el Instituto, y no pueden realizar compras los domingos por tratarse del día del Señor", según consta en la denuncia.

La mayor parte del día "están ocupadas" con actividades religiosas (meditación, lectura espiritual y misa diaria) y a las que estudian sólo les quedan para esa actividad 45 minutos diarios, según se señaló en la presentación.

Tampoco son autorizadas a atenderse con m?dicos o profesionales varones y cuando les recetan medicamentos "deben consultar por tel?fono a supuestos médicos de España", siempre según la acusación.

La mayoría de las chicas sufre de "trastornos en la alimentación, desnutrición, debilitamiento físico y mental, gastritis, problemas intestinales y estomacales" y "todas tienen problemas de fobias, desvanecimientos, cefalea, debiendo acudir -en todos los casos de externación- a tratamientos psicológicos y psiquiátricos de por vida", se señaló.

"Las jóvenes tienen prohibido acercarse a cualquier otra persona a una distancia menor a un metro, límite mínimo que evita la actividad del deseo sexual -según la denuncia-. No pueden besarse, abrazarse o tocarse con otras personas, incluso con sus padres y familiares directos".

En tanto, las mujeres deben vestirse con ropas que no resulten llamativas -apenas de dos o tres colores-, no deben mostrarle el cuerpo a nadie, no pueden usar relojes, celulares, anillos ni artículos de tocador, se indicó en la denuncia.

"Cuando van a la iglesia deben comenzar a rezar cuando trasponen el umbral de la casa hasta que ingresan al lugar de destino, para evitar pensar en otra cosa. Deben mirar hacia el piso, no mirar a la cara a otras personas, no pueden mirar vidrieras, tienen calles y cuadras prohibidas para el tránsito, por ejemplo la avenida San Martín", sostuvieron los denunciantes.

"Practican lo que llaman restricción mental: para ello no deben mentir, ya que resulta ser el mayor pecado. Por ejemplo, cuando una de ellas atiende un llamado telefónico en la casa, ante la pregunta si est allí tal persona, tienen la orden de responder no, aquí no está. Eso porque dicen que la que est aquí es la que atiende y no la otra, por ello, con esta respuesta no estarían mintiendo", indicaron los denunciantes.