El crudo relato de una mujer secuestrada y violada

En una entrevista, Mirta Fernández volvió a referirse a la tortura que vivió durante su cautiverio. Negó haber sufrido el "Síndrome de Estocolmo"

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Mirta Fernández negó haber padecido el "Síndrome de Estocolmo" con el secuestrador que la violó durante su cautiverio y aclaró que si mantuvo conversaciones telefónicas con su cuidador luego de su liberación fue por instrucción de la policía para que puedan detenerlo.

"No tuve el Síndrome de Estocolmo. Eso es mentira. (Juan Carlos) Gómez me violó y después él me llamaba por teléfono y yo le avisé a la policía", aseguró a Télam Fernández.

Es que en el momento en que se hizo público el secuestro de Fernández, los investigadores dijeron a la prensa que la mujer había padecido el "Síndrome de Estocolmo", que hablaba por teléfono con Gómez porque se habían enamorado y que esas conversaciones fueron clave para lograr la detención del ex policía.

La mujer explicó a Télam que durante su cautiverio el ex policía le preguntó qué día se había casado y que ese día -17 de febrero-, la iba a llamar por teléfono.
Sin embargo, Mirta contó que Gómez comenzó a llamarla el 2 de octubre de 2003, un mes y medio después de su liberación.

"Me decía que no había podido hacer nada para impedir que me torturaran o que me cortaran el dedo, pero es mentira. Yo le pedía por favor, cuando estábamos solos. También me decía que ahora iba a dar la cara por mí", contó.
"A todo le tenía que decir que sí, la policía estaba en mi casa y me decían que tenía que mantener la conversación para poder rastrearlo", explicó.

Mirta señaló que mientras duraron estas llamadas, la policía le decía que la intención de Gómez era encontrarse con ella para matarla, porque le había visto la cara y podía reconocerlo.

Gracias a esas comunicaciones, la División Antisecuestros de la Policía Federal logró detener a Gómez en la localidad balnearia de La Lucila del Mar mientras hablaba con la víctima desde un locutorio.

Gómez fue un eslabón clave en la investigación porque terminó delatando al resto de la banda, aunque en el juicio aseguró que sufrió apremios ilegales.

"Espero que no quede impune y que se pudran en la cárcel. ¿Por qué tanto ensañamiento? Disfrutaban cuando me manoseaban, me pegaban y me torturaban. Lo que me hicieron no lo voy a olvidar nunca más", manifestó la víctima, que tiene 37 años y tres hijos.

Además, informó que uno de los integrantes de la banda "se puso a jugar con mis dedos y una tenaza. Desde el primer día me dijeron que si las negociaciones no iban bien, me iban a cortar un dedo o me iban a cortar en pedacitos".

La mujer reveló que sufrió la primera sesión de torturas el 19 de agosto y que los gritos que dio por el dolor agudo que sentía fueron grabados y enviados a su familia para presionar para el pago de rescate. Le tiraron agua y la conectaron a un cable de 220 voltios, le amputaron el dedo meñique derecho y después la violaron.
 
"Me dio frío y no me acuerdo de nada más. Me desperté pensando que era domingo, pero habían pasado unos días. Cuando me vi la mano, me di cuenta de que me habían cortado un dedo. Me dejaron el hueso y los nervios para afuera", relató. El dedo y el video de la amputación llegaron al padre de Fernández como un macabro método para presionar el pago del rescate.
 
La mujer reconoce que aún está siendo sometida a tratamientos psicológico por el daño físico y emocional que sufrió después del atroz secuestro vivido. Por eso se indignó cuando se dijo que pudo haber sufrido el síndrome de Estocolmo -empatía entre secuestrador y secuestrado- y ratificó: "Quiero que se pudran en la cárcel".